Pues nada, finalmente pude disfrutar con mi hija de la Liga de la Justicia en el marco de nuestra ya tradicional cita superheroica palomitera en pantalla grande y puedo comentaros mis impresiones ante esta nueva entrega del universo DC. Supongo que todo aquel al que le interesan este tipo de películas ya habrá visto la cinta o habrá leído sobre ella, pero por si acaso os contaré un poco sobre su argumento sin hacer el spoiler que –de todas formas– sólo puede sorprender a las nuevas generaciones que se hayan aficionado a este universo sin haber pasado antes por los cómics, el caso de mi hija sin ir más lejos, que sabe más de Marvel o DC que yo mismo pero se niega en rotundo a leer uno sólo de los cómics que atesoro. Increíble. En fin, que aquí tenemos la historia de Bruce Banner reclutando superhéroes para afrontar una amenaza extraterrestre encarnada por Steppenwolf, la consiguiente batalla y la inevitable victoria del bien sobre el mal. Total, tan simple como eso... but I like it.
Así pues, con un argumento tan falto de complicación con pura vocación de entretener al espectador, es interesante cómo puede generarse tanta disparidad a la hora de calificar el resultado. Y es que a estas alturas ya es del dominio público que el gran Zack Snyder se retiró de la producción a causa del suicidio de su joven hija y que la finalización del proyecto recayó en un Josh Whedon acreditado únicamente como coguionista. Desde Warner Bros. se afanaron en afirmar que el autor de la Liga de la Justicia era Snyder y que Whedon sólo se había ocupado de la postproducción, pero ya ha trascendido que el metraje inicial se acercaba a las tres horas mientras que Whedon lo acabó dejando en dos, puliendo el tono oscuro de la primera versión e incluso añadiendo escenas volviendo a llamar a intérpretes que en algunos casos estaban ya embarcados en otros proyectos, lo que dio lugar a algunos problemas resueltos de forma más o menos chusca. En mi opinión, la película es muy entretenida, aunque ni tan superior a la denostada Batman vs Superman –que a mi me encantó– como las críticas iniciales afirmaban ni tan desastrosa como la pintan algunas reseñas actuales.
Lo que ocurre es que uno tiene ya una edad y cuando piensa en la Liga de la Justicia no imagina para nada a un Cyborg al que no conocía, un Aquaman con pinta de maorí –para mi siempre tendrá la imagen del dibujado por Jim Aparo– o un Flash postadolescente que con Banner se comporta parecido al Parker obnubilado por Stark de Spiderman: Homecoming. El exceso de CGI tampoco ayuda, sobre todo en las escenas en las que aparece Steppenwolf y que convierten a menudo la película en una demo de videojuego bastante larga. ¿Culpa todo de Whedon, el hombre que cinematográficamente se pasó de Marvel a DC, o de Warner Bros. intentando llegar a un público más amplio? No lo sé, pero tampoco me importa demasiado. Al final la película no es la que me esperaba, pero es entretenida, el humor no desentona demasiado, el personaje que más miedo me daba –el de Cyborg– es uno de los que más me ha gustado y he podido volver a disfrutar de la frescura de Gal Gadot y de un Affleck cada vez más cansado en su papel, acorde al cansancio del Banner Milleriano. Total, que toca esperar a la atractiva continuación que se anuncia tras la escena final postcréditos y que espero que nos defraude menos.
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