Piltrafillas, hace unos años recibí una formación basada en el programa Insights Discovery. No me extenderé demasiado en definirlo, pero se trata de un modelo que clasifica a las personas por colores seguns sus aptitudes. El resultado del programa muestra qué color es el que predomina en tu personalidad para que puedas focalizarte en desarrollar las aptitudes relacionadas con los otros. Puede ser que estés claramente representado por uno, por ejemplo el rojo, o que encajes en uno pero con la fuerte influencia de otro. En ese sentido, se puede ser rojo y también azul o amarillo pero también verde. Lo que no es normal –tomando ese término como habitual según la estadística del programa a nivel mundial– es ser azul y amarillo, por ejemplo. Si no recuerdo mal, cuando formé parte del programa me dijeron que ese caso sólo se daba en un 8% de los participantes. Pues bien amiguitos, yo estoy en ese grupo. Soy raro.
Por otra parte, soy catalán. Hablo catalán y castellano desde que tengo uso de razón, fui el único alumno que llevó una senyera a la excursión de fin de curso en COU y no me siento español sino catalán, aunque eso no signifique que tenga algo contra los segovianos, los murcianos o los sevillanos. Es más, de donde realmente me siento es de Barcelona. Sin embargo, la geografía política me la trae al pairo. Me es igual estar en España, en Europa o donde sea. Mientras no coarten mis libertades, ideales y principios, como si nos anexiona Portugal. En cuanto a mi voluntad, no me entra en la cabeza que mis representantes no puedan preguntarme sobre algo que afecta a mi futuro, con independencia de que legalmente sea vinculante o no el resultado, llamadle a eso consulta, referéndum, plebiscito o simplemente hacer una puta pregunta al pueblo. Así pues, resumiendo, soy un catalán que se siente catalán y que cree en las consultas populares pero al que le da igual que en su DNI ponga España o –algo que me ha ilusionado siempre– Estados Unidos de Europa. Como estudiante de ciéncias, dejad que os recuerde el principio de acción-reacción o que los polos opuestos se repelen. Así, entenderéis que –en política– si se abusa del autoritarismo para prohibir algo, lo natural es que se consiga el efecto contrario y se llegue a posiciones tan polarizadas que sea imposible un acercamiento.
En estos momentos tenemos a un lado a Mariano Rajoy y su gobierno representando a la derecha nacionalista española, entre la inoperancia y el servilismo a grupos de presión a los que debe favores, y por otro a un tridente formado por ERC –los únicos independentistas de toda la vida, hay que reconocérselo–, el PDeCAT –ese nuevo partido sin carisma resultante de las cenizas de la derecha catalanista burguesa de toda la vida de CDC y los democristianos de UDC– y las CUP, partido asambleario formado por grupos anticapitalistas, antisistema e independentistas, aunque a algunos de ellos les importa más quemar contenedores de basura que salir de España. En medio de todo ello, el catalanet de a pie, harto y cabreado, que ha decidido seguir a su corazón y los sentimientos sobre cualquier otra consideración. Y con esos mimbres nos hemos hecho estos cestos.
Veréis, no sabía si escribir esta entrada. Primero porque no creo que las redes sociales sean otra cosa que un espacio de ocio y divertimento que en ocasiones sirve como canal de comunicación y también de conocimiento. Lo segundo, porque la inmensa mayoría de los que podéis llegar a leer esto ni me conocéis realmente ni –como si fuese el alcalde de Villar del Río en Bienvenido Mr. Marshall– os debo explicación alguna. Y lo tercero, porque no soy escritor y temo que no sea capaz de explicar claramente los sentimientos que se agolpan en mi mente. No obstante, heme aquí dándoos la brasa. Y es que cuando digo que creo firmemente que se debería permitir que hubiese un referéndum, desde fuera de Catalunya se me tilda de separatista. Sin embargo, en mi ciudad no me sumo a manifestaciones convocadas a tal efecto porque –aunque nos vendan lo contrario– la cerrazón de los partidos de la oposición provoca que cualquier manifestación en favor de la consulta sea de facto una llamada a la independencia. Y aquí, cuando digo que no quiero la independencia y que me gustaría votar, pero no en un referendum de feria y pandereta sin apoyo de las leyes internacionales, se me acusa de españolista, unionista –un guiño a los escoceses– o de ser de Ciudadanos, que es lo peor que le pueden llamar a uno al tratarse de un partido chaquetero que esconde su ideología y que cambia su nombre original para presentarse en España, avergonzándose de su lengua cuando lo importante de un partido no tendría que ser su nombre sino sus ideas.
En resumen, que ni me siento representado por los partidos españoles, ni por los catalanes. Que amo mi tierra y mi lengua pero el sentirme catalán no me provoca la necesidad de querer separarme de España. Os lo he dicho antes, soy azul y amarillo. Bicho raro. Freak. De momento eso no me ha conllevado problema alguno con las personas con las que interactúo en las redes sociales –todo lo contrario– mientras que en el mundo real estoy en aplastante minoría y es un tema sensible en reuniones familiares. Así pues, disculpad el tostón pero quería explicaros a unos y otros que hay catalanistas republicanos que no queremos la independencia, que hay independentistas que no tienen nada en contra de España sino de la cerrazón y poca entidad política de sus gobernantes actuales, que hay quien quiere votar a toda costa para hacer oír su voluntad y su rabia contra el abuso de poder y que se siente mal cuando de manera irresponsable se le acusa de nazi, que hay quien quiere votar pero no en un referéndum sin apoyo legal internacional... y que lo que me jode es que, al final, todo es una cuestión de dinero, tanto de los que se quejan de que la balanza fiscal es deficitaria –que no deja de ser verdad– como de los que no quieren ni imaginar un PIB sin Catalunya. Ya lo decía Paco Ibáñez musicando a Quevedo. Y es que, ¿por qué creeis que los gibraltareños no quieren ser españoles?
Coincido contigo al 100%. La acción-reacción que comentas, los polos contrapuestos que se retroalimentan, las dos visiones antitéticas que chocan entre sí, la desvergüenza de unas clases políticas que necesitan echar leña al fuego para justificar su mera existencia de logreros (así los llamaba Galdós), todo ello nos ha llevado a un consentido callejón sin salida. Ignoro si Cataluña será independiente un día o no, a mi personalmente me da igual. Ne dejaré de sentirme en casa cada vez que suba por allí. Y eso me basta.
ResponderEliminarSaludos,
JdG
Gracias por el comentario.
ResponderEliminarEstimado colega, me cuesta filosóficamente añadir comentario alguno, bien sabe que mis ideas no permiten que nacionalismo alguno profane mi mente, que cuanto sucede en nuestro cacho de terruño, que por azar habitamos, es tan solo un producto imaginario, mental, ensoñado, que amalgama a los idiotas contra otros idiotas, que creen ser mejores o alcanzados por mano divina, contra sus hermanos, que también lo creen y que como en medieval batalla, la victoria marcará la diferencia entre quienes la razón asiste y a quienes desprecia, siendo el señor victorioso, amo por divina reseña o lo que es igual, por huevos,….
ResponderEliminarPero, que les den, no por ello, voy a perderme sus “pics” llenos de glamurosas individuas, o sus tan denostadas criticas cinéfilas de “M”, en fin, que aunque nos separen los capullos sedientos de sangre y veneno bucal, aquí andaré con la tropa, dándole por ahí, bien sabe Vd. por donde...
Salu2
Un matiz. Usted no da por ahí... aunque lo intenta. Siga probando. A lo mejor un día lo consigue y me gusta y todo. Un abrazo.
ResponderEliminar>:[ Vaya...!
ResponderEliminarOtro.