Os quiero hablar ahora de una peliculilla del año pasado, un pequeño divertimento para ocupar el rato que definitivamente no pasará a la historia como la mejor adaptación al cine de un cómic pero que resulta entretenida. Me refiero a Officer Downe, el debut como realizador de Shawn Crahan, más conocido como Clown y por ser uno de los fundadores de la banda de heavy metal Slipknot. Escrita por Joe Casey, está basada en el personaje de Officer Downe ideado por este y dibujado por Chris Burnham, el magnífico autor de unos dibujos barrocos y recargados, llenos de detalles y claramente influenciados por los trabajos del mítico Geoff Darrow. Protagonizada por Kim Coates, un actor con larga carrera en el cine y sobre todo en la televisión –ha aparecido en numerosas series, en los últimos tiempos especialmente en CSI: Miami o especialmente en Sons of Anarchy– debo deciros que sin conocer de nada el cómic, lo que no me permite dilucidar si se trata de una adaptación correcta –aunque parece obvio que así sea al ser el argumento una obra del mismo guionista– a mi me ha recordado a un Judge Dredd descafeinado.
La historia que Officer Downe nos cuenta es la de Los Angeles en un futuro indeterminado. Los Fortune 500 son un grupo de criminales que controlan el basurero en el que la ciudad se ha convertido, aunque eso no evita que el caos y la violencia campen a sus anchas.
En una operación antidroga, el oficial Downe fallece calcinado y la Jefa Berringer contacta con un joven agente llamado Gable para meterle en un proyecto secreto que se basa en retornar a la vida a Terry Downe cada vez que le matan en acto de servicio. El policía es la bestia negra de los Fortune 500, el único agente al que temen y alguien sin otro objetivo que barrer el mal de las calles, al precio que sea. Así, Gable y tres compañeros forman parte de la unidad de apoyo a Downe mientras los Fortune 500 contraatacan creando una digna némesis para el violento e implacable agente, un pequeño ejército de ninja comandados por Zen Master Flash. En fin amiguitos, Crahan ha utilizado tecnología digital del siglo XXI pero el resultado no deja de ser una ultraviolenta cinta de serie Z pasada de vueltas, con mucha sangre, efectos especiales cutres e interpretaciones patéticas –aunque echo en falta algo más de las tetas y culos de toda la vida en lugar de esa chorrada del contador de orgasmos–, del tipo que podíamos encontrar en las estanterías del videoclub en los 80, lo que es sinónimo de película mala de cojones a la par que bastante entretenida si uno no se la toma muy en serio. Así pues, una recomendación de usar, tirar y olvidar. Como anécdota, deciros que aparece Corey Taylor en un pequeño papel de traficante, conocido por ser vocalista de Slipknot y compañero de banda de Crahan. Pasadlo bien.
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