Despido las entradas cinéfilas del fin de semana con la esperada Wonder Woman, la nueva entrega de Warner Bros. para DC Entertainment que –al igual que antes hicieron en Marvel– han encontrado en la gran pantalla el filón que va a aportarles a ellos un montón de millones y a los que crecimos con los cómics de una y otra editorial unas cuantas alegrías. O eso esperamos todos. La historia que cuenta la película es lo de menos, por conocida, plana y simple. Diana, princesa de las Amazonas salva la vida de un aviador espía norteamericano que trabaja para el ejército británico y ha caído ante las playas de la isla escondida de Themyscira. Descendiente de Zeus, su misión en la vida es la de defender la paz. Así, viajará hasta la civilización –la acción de la película transcurre durante finales de la I Guerra Mundial– para luchar junto al piloto y un reducido grupo de peculiares mercenarios con el objetivo de derrotar al villano general Ludendorff, quien con un devastador gas creado por la infame Doctora Veneno, pretende boicotear el armisticio que Alemania está a punto de firmar.
Dirigida por Patty Jenkins y protagonizada por Gal Gadot, Chris Pine y un elenco femenino encabezado por Elena Anaya –que con La piel que habito, parece especializada en personajes con máscara–, Robin Wright y Connie Nielsen, la verdad es que Wonder Woman me ha parecido entretenida y bien hecha. Ahora bien, me he hartado de leer críticas que califican a Batman vs. Superman como la peor basura del universo cinematográfico reciente de DC y a esta Wonder Woman como lo mejor que se ha rodado en años. En mi opinión, nada más lejos de la realidad. Como campaña de márketing funciona, pero ya está bien amiguitos.
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