La previsión del tiempo para estos próximos tres días consiste en sol para los dos primeros y posibilidad de chubascos para el último así que, con eso en mente, intentaremos visitar primero lo más interesante. Tras el desayuno caminamos hasta el fabuloso templo de Nishi-Honganji, sede de la principal secta budista de Japón (Jodo-shin) y caracterizado por enormes edificaciones de madera bellamente decoradas.
En su edificio principal hemos tenido la oportunidad de asistir a una ceremonia impresionante de la que no he podido tomar imágenes al estar estrictamente prohibido.
No estaba permitido hacer fotografías y, por mucho que disimulaba, cada vez que hacía una aparecía de la nada una diminuta empleada gritándome "no foto, no foto". Sea como sea, aquí tenéis estas tres como documento de la impresionante decoración de los interiores.
De ahí hemos proseguido camino hasta el castillo de Nijo, residencia de los Tokugawa y otro ejemplo de edificio con preciosos jardines y construcciones impresionantes en madera con decoraciones impresionantes. La principal atracción del lugar son los suelos de madera que al ser pisados imitan el canto del ruiseñor y que se idearon como alarma por si alguien pretendía entrar sin permiso.
Seguimos nuestro paseo en dirección al palacio imperial, en donde visitamos sus preciosos jardines.
Así es, en Kyôto también ponen multas.
Después de un descanso que dedicamos a comer y dar una tregua a nuestros maltrechos pies, emprendemos camino hacia el sur de Gion –ya visitaremos el lugar más tarde– para dirigirnos por una zona atestada de templos hasta el precioso Kiyomizu-Dera, el templo del agua pura, que pertenece al Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO como tantos otros lugares de Kyôto. La nota negativa ha sido que el edificio principal sostenido sobre la ladera de la montaña por cientos de pilares de madera se halla en restauración por lo que no he podido hacer la fotografía más típica del lugar. En realidad, nada me lo impedía, pero odio que en mis fotografías de los lugares que visito aparezcan andamios, grúas u operarios. Manías de uno.
Después de pasear por el recinto principal y sus santuarios –a destacar el dedicado al dios del amor y el matrimonio– y desplazarnos hasta la pagoda al otro lado del acantilado, pasamos por la cascada Otowa y sus tres chorros sanadores para guardar cola y beber un sorbo del agua purificadora.
Tras dejar Kiyomizu-dera iniciamos un paseo hasta Gion, el distrito de las geisha. Se trata de una visita obligada si se visita Kyôto, pero a mi no me gusta demasiado porque es más una atracción turística que otra cosa. De hecho, nosotros no hemos visto ni una sola geisha pero la zona estaba abarrotada de turistas y los restaurantes del lugar –no son precisamente baratos– deben haber sacado el beneficio esperado. Aprovechando que estamos en Gion, visitamos el santuario Yasaka Jinja antes de regresar –esta vez en tren– a la zona de la estación, en la que tenemos el hotel. La cena consistirá en un bol de ramen con cerdo acompañado de arroz frito, gyôza y una jarra bien fría de Asahi.
Día 5
Día 5
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