Montado en un oxidado navío tiznado de herrumbre en cuyo puente de mando veo a ociosos voluntarios que juegan a capitanes, abandonándose a peleas intestinas y provocando el descontrol y la incertidumbre en una sala de máquinas en la que va menguando la marinería mientras ellos gozan de la seguridad que otorga el no depender económicamente de su trabajo. Así me encuentro. En cualquier momento los oficiales podrán guiar la maltrecha nave hasta un puerto cualquiera y regresar a sus quehaceres remunerados sin remordimiento alguno. Pero... ¿y la tripulación?, ay amiguitos, nosotros, los que de verdad mantenemos el buque a flote corremos el peligro de encontrarnos varados en el dique seco, sin barco y sin posibilidad de zarpar en un plazo más corto del que sería de esperar. Y así estoy, un viernes de febrero más, manchado de grasa y hollín en el vientre de la nave, mirando con ojos angustiados hacia la superfície temeroso ante el incierto futuro que me aguarda, mientras el acompasado vaivén de las olas me lleva quién sabe hacia dónde.
Querido amigo, sé de tu angustia, frustración y naufrago futuro.
ResponderEliminarMedité si escribirte o no, y por dónde. Me ha sido de gran pena leerte, lo esperábamos, sí, pero de alguna forma lo negábamos.
He pasado por tus penalidades, mi mundo se troncó, se rompieron las amarras de la certidumbre y la corrosión se llevó mis anhelos de mejora e incluso de felicidad.
He aprendido a mantenerme firme y flexible, como el bambú, fuerte y ligero, mantienese vivo y sujeto a su soporte cuando el ventarrón cunde, ahí está la fortaleza de nuestros tiempos.
Nos van desterrando a la nada, nos depositan como vieja mercancía, ofreciéndonos más que salarios, limosnas en “B”, en eso se ha convertido el hombre, las ideas no funcionan por que las monedas lo compran todo, incluso la pasajera fama. Expulsados del circuito, seremos la lacra que señalaran como aquellos que debilitamos al estado, quizás lo peor esté por venir.
De momento, me dedico a otra cosa, ya no trabajo en lo que me gusta, me adapto a la circunstancia, quizás sea un conformista más, pero no me van a vencer, no quiero, me niego a ser una puta mierda en sus manos, basta ya.
Las voces de nuestros representantes parecen compradas, de facto o por copia de actitudes, disolviendo por tanto nuestra fuerza.
Sabes dónde me tienes, aunque no publique, aunque no diga mu, ahí estoy para su merced.
Un abrazo de los de verdad.
Joeeer, me equivoqué, lo siento.
ResponderEliminarLa hostia! ...
Gracias caballero. Todo indica a que mañana echarán a otro y quizás no sea el último. Cada vez quedaremos menos y los que quedamos no sabemos si hubiese sido mejor ser echados e indemnizados que mantenernos en el infierno, puteados y esclavizados. Al final es supervivencia, como dices. Y pensar que no estamos en la mina ni picando piedra. Eso, en teoría, tendría que valernos. Pero es como si a un hemipléjico le dices que sonría, que los tetrapléjicos están peor. En fin. No podemos hacer nada más que esperar, resistir y dar gracias cada fin de mes por seguir cobrando. Hasta que llegue el día. Prefiero no pensar en nada.
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