Piltrafillas, mi reseña de esta semana es para Vampirella, película de Jim Wynorski producida por el icónico Roger Corman que este año cumple el vigésimo aniversario de su rodaje. A estas alturas, supongo que todos conoceréis a este personaje de cómics creado por Forrest J. Ackerman cuyas aventuras fueron publicadas por Warren Publishing, editorial responsable de publicaciones míticas del cómic de terror como Creepy o Eerie. El argumento de la película –que difiere levemente de la historia original– nos cuenta como treinta siglos atrás, el pueblo Vampir del planeta Drakulon se alimenta de la sangre que fluye por sus ríos. Sin embargo, algunos rebeldes han comenzado a alimentarse de sus congéneres. El líder de este grupo, Vlad, acaba matando al jefe del clan de ancianos –padre de la joven Ella– y escapa hacia la Tierra, donde se propone crear una nueva raza. Ella decide vengarse y le persigue, aunque acaba cayendo en Marte. En nuestros días, una misión del transbordador espacial de la NASA en el planeta rojo se la encuentra accidentalmente y la saca de su letargo por lo que la joven puede llegar finalmente a nuestro planeta. Aquí, Ella la Vampir –ayudada por un chiquillo, atención al guiño, que se llama Forry Ackerman– adquirirá el nombre de Vampirella y se dedicará a buscar a Vlad para llevar a cabo su venganza y unirá sus fuerzas con una unidad paramilitar especial comandada por Adam Van Helsing, dedicada a atrapar vampiros que tiene su sede secreta en un sótano de Los Angeles. No tardarán en descubrir que Vlad se esconde en Las Vegas haciéndose pasar por un cantante de rock llamado Jaimie Blood.
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