En una tarde que quiero dedicar a la californiana Julie Strain, mi primera reseña es para Midnight confessions –también conocida como Voices of seduction–, un thriller softcore de 1994 dirigido y escrito por un tal Allan Shustak al que sólo se conoce por este trabajo –vamos, a saber si se trata de un nombre real o de un pseudónimo–, lo que a priori dice muy poco de la calidad del mismo. La historia, que le sirve al realizador para mostrarnos numerosos planos de chicas estupendas desnudas –que en si mismo no es algo negativo siempre y cuando se haga con cierto gusto– nos cuenta como una locutora de radio llamada Vanessa, tiene un programa nocturno dedicado al sexo llamado Confesiones de medianoche. Sus oyentes telefonean al programa para solicitar consejos, explicar sus obsesiones o simplemente para satisfacer sus fantasías eróticas, como Mariana –interpretada por Strain– que se excita con la voz de Vanessa y nos ofrece escenas de autosatisfacción de lo más gratuitas. La locutora se presta a todos los juegos –en realidad no se cree la mitad de las historias y opina que se trata de personas solitarias que necesitan un poco de compañía– hasta que un psicópata asesino de prostitutas la convierte en su objeto de deseo.
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