Amiguitos, ya os aviso que la reseña de hoy es de bajo nivel. Y no es que me refiera al análisis que haré de la película protagonista de la entrada –eso no sería noticia ya que SIEMPRE hago críticas de escaso rigor en las que la subjetividad se impone al conocimiento– sino a la calidad de la cinta en cuestión. Eso es porque hoy os quiero hablar de I am wrath, la última película del norteamericano Chuck Russell –el de Eraser, The Mask o The Scorpion king– en un proyecto menor protagonizado por John Travolta en un trabajo meramente alimenticio al lado de Christopher Meloni. La acción transcurre en Columbus, Ohio, donde el gobernador John Meserve tiene entre manos el proyecto de un oleoducto en el que Vivian, la mujer de Stanley Hill –un ingeniero que trabajaba para Chrysler–, supervisa la parte presupuestaria. Una noche en la que Stanley regresa en avión de una entrevista de trabajo y su esposa ha ido al aeropuerto a recogerlo, sufren un atraco y ella es asesinada. Los detectives Gilmore y Walker de la policía de Columbus se ocupan de la investigación, pero cuando Stanley reconoce a uno de sus agresores, ambos dejan la investigación de lado. Así que, lleno de ira y sed de venganza, Stanley decide tomarse la justicia por su mano convirtiéndose –con la ayuda de su amigo Dennis– en una mezcla del Punisher de Marvel y el Paul Kersey de la bronsoniana saga Death wish. Y es que Stanley tiene un pasado secreto.
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