miércoles, 12 de octubre de 2016

Sulpank – Full moon sessions (2016)


Piltrafillas, los que seguís mis desvaríos desde hace años ya sabéis por donde van los tiros respecto a mis gustos musicales. En ocasiones puede parecer que mis preferencias son algo eclécticas, y no es del todo falso –por ejemplo, entre lo más destacable del año me quedo con Sodom, Michael Sweet, The Cult, Megadeth o Spiritual Beggars–, pero lo cierto es que me ubico principalmente entre unos límites bastante definidos. Vamos, que estoy bastante anclado en el hard rock –en todas sus variaciones– de los 90, los 80 sobre todo y los 70. Y es que en esencia soy un metalhead cuarentón a punto de llegar a la cincuentena. Por eso, cuando alguien –o sea, Ángel en su faceta de editor de algunas de mis reseñas– me pidió que escuchase a un grupo valenciano independiente que se autoproducía y tal... ¡buff!, la primera idea que vino a mi mente fue la de dejar pasar su recomendación y exclamar ¡next one

Pero uno, que es curiosón –además de tener la manía de hablar a veces en tercera persona– pensó que daño no le iba a hacer invertir parte de su vida en echarle un oído al álbum. Total, seguramente iban a ser varios segundos dedicados a saltar por tres o cuatro canciones para constatar que ciertamente había sido una mala idea hacer caso a mi colega. Pero entonces descubrí esto... y esto molaba. “Esto”, amiguitos, son Sulpank, una banda de Valencia que compone y graba sus canciones en el sótano de la casa de su percusionista Toni Altarriba con mucha pasión, amor a la música y más moral que el Alcoyano. Completan la formación el italiano Daniele Caprari a la guitarra solista, Santiago Tomás al bajo, voces y arreglos y José C. Monforte a la voz, teclados, guitarra rítmica y labores de producción. 

Y resulta que este 2016 le han ofrecido al mundo Full moon sessions, el cedé que por mediación de Ángel y gracias a la generosidad de estos tipos ha llegado a mis manos. Lo primero que llama la atención es la portada de Fernando García del Real. No tardaré demasiado en dedicarle una entrada a este tipo. Además, soy de esos viejunos a los que les gustan los robots de latón, la estética vintage y además me recuerda al clip de Zoolook de Jean-Michel Jarre, una canción que tengo grabada a fuego en mis neuronas de jebimetalero atípico. Total que me pongo a escucharlo. Primero un tema, que cae entero contra todo pronóstico; luego otro y otro... y me chupo el disco de un tirón. 


Debo deciros que a la hora de escribir esta entrada ya lo he escuchado varias veces más con gran satisfacción, pero me permitiréis que os comente las canciones en base a las notas que fui tomando en mi primera escucha –¿no dicen que las primeras impresiones son las que cuentan?–, lo que por una parte puede ser bueno y por otra quizás no tanto. Claro que tampoco importa demasiado. Y es que ¿quién coño se lee las reseñas hoy en día? 

En definitiva, que allá voy. Este es el track list

Don’t cry baby 
Something different 
Will (Intro) 
Will 
The effect of the moon 
My guitar tells all about me 
Brave 
Miss America 
Need someone 
Lost 

Comienza el cedé con Don’t cry baby, recordándome a una Last of our kind de The Darkness con algo menos de energía y el amplificador algo más bajo, aunque seguramente los Sulpank me lean con ojos muy abiertos de incredulidad. Pero, comparad y ya me diréis. Le sigue Something different, que es de todo menos different ya que sigue la línea de la anterior, alegre, vital, fresca y desenfadada, todo un rock básico –que no simple– y buenrollista. Y sí, amigos, es muuuy raro, pero decido seguir disfrutando el disco en lugar de lanzarme a por el último de Pain. Will –las han separado en dos, pero la intro es solo eso, una introducción de inspiración mercuriana– falla en el aspecto vocal. Ese inglés, amigos, ese inglés... aunque se arregla –y de qué manera– cuando entra el estupendo solo de guitarra que redondea un tema con regusto a la Reina. El inicio de The effect of the moon es muy bueno, me encantan las líneas de bajo durante todo el tema y esos sonidos envolventes de guitarra. Definitivamente, hay mucho bueno en este cedé. My guitar tells all about comienza con ese sonido vinílico de huevo frito y se destapa como un tema guitarrero con la misma alegría que los dos primeros del álbum aunque más crudo y roquero, menos poppy. Sin embargo –tampoco os lo toméis muy a mal, chicos, lo mío es puro subjetivismo– en mi humilde opinión de ignorante, sigue adoleciendo de una pronunciación del inglés a la que le falta nivel. 

Entonces llega Brave, con una atmósfera tirando a blues rock y una sección central muy old style –ese estupendo aaaah, inspiration– que es incluso bailable e indicada para disfrutar con una cervecita fría a mano y una buena compañía cerca. Miss America y esos arreglos como de violines –supongo que en realidad son teclados– es también un tema sorprendente que no hace más que constatar que conforme avanza el disco, el nivel de las composiciones sube en calidad y raíces de hard rock setentero. La verdad es que, a estas alturas, no necesito escuchar los canciones que restan para darme cuenta una vez más de la cantidad de talento que hay pululando por ahí y lo bien que sonarían algunos discos que no acostumbran a trascender del ámbito local si un buen estudio y una producción profesional pudiesen convertirlos en las verdaderas obras de arte que laten bajo la superficie. Sulpank son buena prueba de ello. Need someone no está mal pero –quizás porque las ultimas han sido tan buenas– no me resulta tan sorprendente. Por último, Lost le pone la guinda al pastel con un sonido de bajo y unas guitarras muy inspiradas, todo arropado por la batería de Toni Altarriba, el enorme timekeeper del grupo. Además posee las mejores líneas vocales de toda la obra. Vamos, que me ha gustado tanto que es la única que me he vuelto a poner en la primera escucha que he dedicado al disco. Con The effect of the moon, se convierte en una de mis favoritas del cedé. 


Total, que eso es todo. Ángel tiene su reseña, yo he descubierto un nuevo grupo... y supongo que Sulpank están leyendo mis impresiones acordándose de mis ancestros y preguntándose quién me he creído que soy para criticar su forma de cantar y tocar, pero es lo que hay chicos. Ahora en serio. Estos tipos tienen talento. Si entráis en su página veréis que no son ningunos jovencitos –vamos, que tienen ya una edad– pero continúan cargados de ilusión, lo que en los tiempos que vivimos tiene un mérito del copón y hace que a uno le entren ganas de comprarse de una puñetera vez la guitarra eléctrica que lleva deseando desde hace más de treinta años. Pero, claro ¿y si luego no tengo las facultades de las que gozan estos valencianos? Es entonces cuando lo dejo estar y me dedico a escuchar a artistas como Sulpank, soñando en parecerme algún día a ellos antes de que se me pase el arroz en un punto de no retorno.

Como botón de muestra, adjunto la preciosa Lost en versión demo



¡Feliz fin de semana! 
©King Piltrafilla

Entrada publicada el pasado viernes en zeppelinrockon.com

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