Este fantástico artista francés es Armel Jullien, un pintor autodidacta de esos cuyos trabajos no sólo me encantan sino que desearía poseer. Formado en diseño publicitario, es un incansable visitante de las salas del Louvre en las que se empapa de la influencia de maestros tan dispares como Rubens, Velázquez, Fischl o Durero para crear unos óleos cargados de luz y color.
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