London has fallen
Hoy os traigo una nueva entrega de las inverosímiles aventuras de Mike Banning, esa especie de Casey Ryback con traje y corbata que deja pequeños a McClane y compañía. Y es que, protagonizada por un Gerard Butler dispuesto a entrar en el club de los Seagal, Willis, Stallone, Schwarzenegger, Bronson, Norris o Statham, esta London has fallen es otra muestra de película de acción con increíble héroe sobrehumano que sería capaz de sobrevivir a una explosión nuclear sin apenas rasguños. Vamos, un tipo de esos que si uno lo tiene al lado aporta confianza en salir vivo de cualquier desgracia. Dirigida por Babak Najafi, realizador sueco de origen iraní que con esta película ha debutado en Estados Unidos, London has fallen es la secuela de Olympus has fallen –reseñada aquí en su momento–, lastrada por una falta de ideas que comienzan por el mismísimo título. Acompañan a Butler de nuevo Aaron Eckhart, Angela Bassett y Morgan Freeman en esta historia maniquea que nos cuenta durante los títulos de crédito iniciales la gran cantidad de asesinatos y atentados que el mundo está sufriendo. Y resulta que tras casi todos ellos parece estar la familia de Aamir Barkawi, un traficante de armas que instiga conflictos en los cinco continentes con un solo objetivo, que vaya viento en popa su negocio. Claro que obviamos que los Estados Unidos son el principal exportador de armas mundial –killing is my business and business is good!– y que la industria armamentística española, por ejemplo, se encuentra entre las principales del mundo.
Pero todo eso no importa, así que retomemos el tema: el culpable de la mayoría de las muertes del mundo es el paquistaní Barkawi. Total, que no es de extrañar que el tipo sea un objetivo de los Estados Unidos y el MI6, quienes autorizan una operación para eliminarle en la que pierde la vida gran parte de su familia. Años más tarde, el primer ministro británico fallece en extrañas circunstancias y un buen número de líderes mundiales a los que se muestra casi caricaturizados abusando de clichés, se reúnen en Londres para asistir a su funeral. Mike Banning es miembro del servicio secreto a cargo de la protección personal del presidente Asher de los Estados Unidos y vemos que su relación personal va mucho más allá de la puramente profesional. Por eso y por su probada solvencia, no es una sorpresa que pese a estar a punto de cogerse unas vacaciones, Mike sea requerido por el presidente para que le acompañe en ese viaje imprevisto. Pero, una vez en la capital británica y a punto de comenzar el funeral de estado, se producen explosiones por toda la ciudad y asesinatos indiscriminados. Un puto caos, en resumen. La canciller alemana, los primeros ministros de Italia, Japón, Francia, Canadá... todos son eliminados violentamente. Pero claro, ninguno de ellos era estadounidense ni tenía a Mike Banning protegiendo sus vidas. En fin amiguitos, poco más hay que contar de una película que está bien hecha técnicamente, cumple su cometido de entretener, pero carece de originaliad. Más de lo mismo, con pequeño homenaje al Let’s get to the chopper! de Schwarzenegger. Ya sabéis, God bless you all and God bless the United States of America.
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