Amigos, tras el debut en solitario de Bruce Dickinson que supuso Tattoed millionaire –álbum coescrito junto a Janick Gers–, cuatro años más tarde el vocalista buscó la colaboración de Roy Z y sus Tribe of Gypsies para dar forma al muy recomendable Balls to Picasso, un cedé cuya infame portada –todo hay que decirlo– no estaba a la altura del contenido. Y es que la concepción del disco no fue fácil. Bruce llegó a Roy después de probar con otros músicos y el productor Keith Olsen fue cambiado en el último momento por Shay Baby, uno de sus ingenieros y colaboradores. Shay conocía a los Tribe of Gypsies y fue quien hizo de puente entre ellos y Bruce Dickinson, que se enamoró del sonido mezcla de ritmos africanos y latinos que la banda de Roy estaba creando junto a Shay.
Con una portada muy simple de Simon Fowler, Dickinson puso en las tiendas su segundo trabajo fuera del amparo de la Doncella de Hierro con el siguiente track list:
Cyclops
Hell no
Gods of war
1000 points of light
Laughing in the hiding bush
Change of heart
Shoot all the clowns
Fire
Sacred cowboys
Tears of the dragon
Cyclops
Hell no
Gods of war
1000 points of light
Laughing in the hiding bush
Change of heart
Shoot all the clowns
Fire
Sacred cowboys
Tears of the dragon
Nos encontramos entonces con Shoot all the clowns, una canción que se convirtió inexplicablemente en single y que se grabó a petición de la compañía una vez el disco estaba casi terminado –de hecho, la banda lo hizo en Los Angeles y Reno, muy lejos de Londres–, con un estilo semejante a lo que Aerosmith estaban haciendo y que no guarda demasiada relación con el sonido del resto del álbum. Fire es una cancioncilla que considero prescindible por lo que no me extenderé. Sacred cowboys es otro tema que no está nada mal pero que se me hace extraño en la voz de Dickinson, con unas buenas guitarras y que –llamadme rarito si queréis– me suena horrores a Armored Saint en el aspecto musical, lo que para nada es malo, todo lo contrario. Pero, amigos, la verdad es que todas y cada una de las canciones escuchadas hasta el momento no son más que el prólogo a la impresionante Tears of the dragon –compuesta totalmente por Bruce– que cierra el cedé de una manera fabulosa, una canción de impresionante factura con una melodía preciosa, una interpretación vocal maravillosa y un trabajo instrumental acorde con todo ello. Sólo por ella valía la pena comprar el álbum.
¡Feliz fin de semana!
©King Piltrafilla
Entrada publicada el pasado viernes en zeppelinrockon.com
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