Piltrafillas, bienvenidos una vez más al espacio cinematográfico dominical de este blog. Esta vez, mi primera reseña es para la española Las alegres vampiras de Vögel, una comedia de mediados de los 70 de engañoso título y elenco. Y es que, no os voy a engañar amiguitos, con Julio Pérez Tabernero a la realización –que ese mismo año había trabajado con Jesús Franco en La Coccolona y años después nos regalaría títulos como Bragas calientes o Con las bragas en la mano– y la presencia de María José Cantudo y Ágata Lys, uno esperaba un poco más de carne –ya me entendéis– en el asador. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. El argumento nos cuenta como una compañía de variedades –a las nuevas generaciones, el concepto les sonará a chino– que viaja por Transilvania debe refugiarse en el castillo de Erik Draculter, un antiguo conde vampiro que siglos atrás moró en Vögel y que ha regresado a la vida junto a su sobrina Laura y el salido de Otto. Por supuesto, la familia de vampiros se dedicará a chupar la sangre de todo aquel que se ponga en su camino.
-¿Dónde estamos?
-Aquí.
-¿Y cómo se llama aqui?
-No se llama, la llamamos Vögel.
Por supuesto, el pueblo de Vögel no existe y significa ave en alemán. Pero eso no es todo. Pietro, el conductor del autobús de la gira, es en realidad un licántropo desde su infancia, algo que no se ha manifestado hasta ahora porque siempre ha vivido en la ciudad. En fin, piltrafillas, que estamos ante una astracanada como una catedral que se prestaba a haberse convertido en un producto mucho más lúbrico e interesante. Sin embargo, la calidad final me ha parecido superior a lo que esperaba y –si uno se lo toma como una caricatura del género– resulta hasta entretenida.
Recomendada para completistas del cine hispano de la época y fans de la Lys y la Cantudo, de las que os acompaño sendos retratos.
Esta me la apunto para buscarla.menudo dúo femenino.
ResponderEliminarUn saludo
Saludos. Es una comedia simpática, sin más, bien hecha pero sin enjundia ni carne.
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