Piltrafillas, cuanto más corre el tiempo, más me doy cuenta de que en su momento dejé pasar la oportunidad de hacerme con numerosos vinilos que hoy me encantaría tener.
Algunos de ellos no me llamaron la atención cuando pasaron entre mis dedos al revisar las cubetas en las ferias del disco o tiendas que frecuentaba hace más de veinte años.
Otros los fui posponiendo en mi particular lista de adquisiciones al escoger otros para llevarme a casa. Cosas de juventud, cuando uno cree que siempre habrá tiempo para volver sobre los propios pasos y luego se encuentra con que no se ha presentado la oportunidad de regresar a por la mayoría de cosas que dejó atrás.
Y en otros casos, la sacrosanta internet me ha hecho conocer obras que en su día no supe ni que existían o cómo sonaban. Así pues, por si alguno de vosotros reconoce estos vinilos entre los que posee y quiere desprenderse de ellos –bastante improbable, lo sé– os detallo los que, a fecha de hoy, ando loco por conseguir. Pero ya os digo que la lista aumenta cada dos por tres.
Algunos de ellos no me llamaron la atención cuando pasaron entre mis dedos al revisar las cubetas en las ferias del disco o tiendas que frecuentaba hace más de veinte años.
Otros los fui posponiendo en mi particular lista de adquisiciones al escoger otros para llevarme a casa. Cosas de juventud, cuando uno cree que siempre habrá tiempo para volver sobre los propios pasos y luego se encuentra con que no se ha presentado la oportunidad de regresar a por la mayoría de cosas que dejó atrás.
Y en otros casos, la sacrosanta internet me ha hecho conocer obras que en su día no supe ni que existían o cómo sonaban. Así pues, por si alguno de vosotros reconoce estos vinilos entre los que posee y quiere desprenderse de ellos –bastante improbable, lo sé– os detallo los que, a fecha de hoy, ando loco por conseguir. Pero ya os digo que la lista aumenta cada dos por tres.
La cargante sobreexposición de The final countdown fue la culpable de que no profundizase en Europe, un grupo fantástico que escribió estupendos temas durante la segunda mitad de los 80. Y Wings of tomorrow es del todo imprescindible.
El mítico British steel, su predecesor Killing machine, los imprescindibles Screaming for vengeance y Defenders of the faith, Stained class, el polémico Turbo... todos forman parte de mi colección de vinilos de los Priest. ¿Y Point of entry?, ese elepé sin carisma que no contenía ningún hit y que ni la propia banda tenía entre sus preferidos quedó relegado a ser el que nunca encontraba la ocasión para comprar. Pero a día de hoy lo considero estupendo y a la altura de cualquiera de los de la época.
Guns n’ Roses reinaban en el Sunset Strip y en todo el mundo, amigos. Y entonces aparecieron en la MTV y las emisoras de radio los Faster Pussycat y Roxx Gang de turno o estos L.A. Guns. El mundo del metal estaba saturado de sleazy y glam y yo marginé injustamente a estos tipos como si se tratase de unos advenedizos. Nada más lejos de la realidad. Resulta que esa opera prima es un imprescindible exponente del hard rock angelino y por culpa de mi mala cabeza, desgraciadamente no está entre mis posesiones.
Debo deciros que Wendy Orlean Williams con sus Plasmatics y su punk metal nunca me llamaron demasiado la atención. Ella derrochaba actitud y carisma, sí, pero no tenía ni idea de cantar. Sin embargo, aluciné con el clip de The damned y ese estupendo solo de guitarra. Y es que el resto de sus discos siguen sin decirme nada, pero este Coup d’etat –supongo que gracias a la producción de Dieter Dierks– supone una interesante deriva de la banda hacia el heavy metal que no tuve que dejar escapar.
Amiguitos, este es uno de esos casos imperdonables sobre los que no hace falta extenderse ni dar demasiadas explicaciones. Pleasures of the flesh de Exodus, un disco brutal, genial e imprescindible para todo metalhead filo-ochentero que se precie. Y en su dia lo dejé escapar. Por eso, no es que lo quiera, es que necesito hacerme con él. Algun dia, quién sabe.
Piltrafillas, compré el Fatal portrait de King Diamond tan pronto como salió a la venta y desde entonces fui adquiriendo todos sus discos. Y sin embargo, nunca eché la vista atrás para investigar de dónde venía y hacerme con sus primeros álbumes en Mercyful fate. Por eso, y porque me parece superior al Melissa, de escoger uno de ellos me quedaría sin duda con este Don’t break the oath.
De Autograph he tardado años en conseguir uno de sus discos –concretamente el Loud and clear–, pero ahora echo en falta este Sign in please igualmente recomendable y que posee la imprescindible Turn up the radio. Y es que hay cosas que, cuanto más conoces, más necesitas.
Con Steeler me pasa algo parecido que con los anteriores. Habiendo conseguido recientemente el imprescindible y redondo Undercover animal, he tenido la oportunidad de escuchar su Strike back y me he dado cuenta de que es otro de esos imperdonables huecos en mi colección.
Como fan de los M.S.G. clásicos con Gary Barden a las voces, la llegada de Robin McAuley supuso toda una sorpresa. Y sin que el resultado fuese malo –todo lo contrario–, su Perfect timing fue tan diferente a los primeros discos de la banda que supuso el punto y final a mi idilio con el pequeño de los Schenker. Años después, al poder escuchar este Save yourself, me di cuenta de que había sido un enorme error no hacerme con él en su momento.
En cuanto al Meanstreak de Y&T lo cierto es que nombro este por no repetir grupo y porque me gusta más que su Black tiger, pero ya os digo que ambos están uno al lado del otro en mi útopica lista de Reyes.
Los Great White pegaron el salto al estrellato con Once bitten... que me los dio a conocer junto con su continuación, ...Twice shy. Pero los singles de ambos no me provocaron una especial atracción por ellos. Sin embargo, años después pude conocer su segundo álbum Shot in the dark y me parece un disco de sonido ochentero más que recomendable.
Por último, siento que debo hacer justicia a estos pioneros del hard rock nipón. En los 80 me convertí en fan de Loudness, del primer disco de Earthshaker e incluso de los EZO. Sin embargo, no tengo absolutamente nada –aunque tampoco es que se encontrasen demasiadas cosas de ellos en nuestro país– de los Vow Wow. Y si tengo que escoger alguno de sus vinilos, me quedo con este III, que además –casualidades de la vida– tiene un temazo que comparte título con el anterior de Great White.
En fin, lo dicho. A lo mejor un día me leéis hablar sobre alguno de estos álbumes –querrá decir que los he conseguido- o, lo que es más problable, vea como la lista aumenta con más vinilos deseados. Y sí, ya sé que existe eBay y Amazon y cosas de esas, pero yo soy de la vieja escuela, de tocar el producto. Así que, hasta que no me los encuentre en alguna feria vinílica, no creo que me haga con ellos. A saber lo que me depara el destino.
Sea como sea, hoy he querido compartir con vosotros esta especie de "quiero y no puedo" de un metalhead viejuno. Una manera como otra de pasar un buen rato disfrutando de la buena música.
Sea como sea, hoy he querido compartir con vosotros esta especie de "quiero y no puedo" de un metalhead viejuno. Una manera como otra de pasar un buen rato disfrutando de la buena música.
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