Queridos piltrafillas, el fin de semana ha sido corto –ayer tuve que trabajar todo el día-, por lo que hoy sólo os dejaré una reseña. Para contrarrestarlo, esta se la dedico a Boyhood, más de dos horas y media de cinta para retratar fielmente la vida de Mason y su familia durante doce años. Y es que el puntazo de este experimento cinematográfico perpetrado por Richard Linklater es que aquí no hay varios actores desempeñando las diferentes edades de un personaje o efectos de maquillaje. No piltrafillas, Linklater comenzó a rodar la película en 2002 con un pequeño Ellar Coltrane, y la finalizó en 2013 con el crío convertido en un postadolescente de casi veinte. En este maravilloso viaje le acompañaron la estupenda Patricia Arquette, Ethan Hawke –fantástico actor fetiche del realizador, habitual de sus películas– y su propia hija, Lorelei Linklater.
Escrita, dirigida y producida por Linklater, Boyhood –premiada en diversos certámenes como los BAFTA o los Globos de Oro y festivales como los de Berlín o San Sebastián– nos retrata la vida de Liv, una joven madre separada sin apenas tiempo para ella misma, el soñador y sensible Mason –un chaval con la cabeza llena de pájaros que nunca tiene los deberes a punto, al que le apasionan los videojuegos y que colecciona puntas de flecha y vértebras de serpiente– , su hermana Samantha –una simpática cabrona, adorablemente redicha con talento para el dibujo, a la que se le dan bien las matemáticas, la historia, los idiomas, el baloncesto y los bolos– y el padre de los niños, un tipo simpático –músico amateur– que los adora y que, pese a haber puesto fin a su matrimonio, mantiene una relación no del todo mala con Liv. En un momento dado, la familia debe trasladarse a Houston por problemas económicos con el fin de que Liv pueda regresar a la Universidad para estudiar y aspirar a un mejor trabajo. Lo que encontrará será una nueva vida que no necesariamente será mejor que la que deja atrás, pero que será la que compartirá con Sam y Mason, quien irá madurando a la vez que encuentra su propio espacio en una sociedad para la que parece no estar preparado, luchando por sus sueños y alcanzando la edad adulta.
Amiguitos, Boyhood es un fabuloso retrato realista hasta más no poder, como si de una ventana a la vida de una familia media norteamericana cualquiera se tratase, con niños seguidores de Harry Potter y juegos de ordenador, que toca temas poco mainstream como los malos tratos, el acceso de la juventud a la droga y el alcohol o el sexo adolescente. La propuesta se completa con una atractiva y acertada banda sonora, unos diálogos inteligentes y unas fabulosas interpretaciones –en este aspecto, obviando el descubrimiento de Coltrane, la más premiada ha sido Arquette, aunque Hawke tiene el don de mostrarnos un personaje para el que parece no estar interpretando, de lo próximo y realista que es–, lo que hacen de Boyhood una de esas cintas que merecen todos los halagos que de ella te cuenten. Recomendadísma.
Pues sí, aunque algo extensa a mí también me gustó.
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