Piltrafillas, después de haber disfrutado con la fascinante y extraña Diamond Flash –ya os hablé de ella en su momento–, podéis imaginar que le tenía muchas ganas a esta Magical girl aunque fue una de las claramente perdedoras en la última edición de los premios Goya. Y es que, pese a tener siete nominaciones –entre ellas, a la mejor película, mejor director, mejor guión original o mejores protagonistas masculinos principal y de reparto– únicamente se llevó uno su actriz protagonista, Bárbara Lennie. Pero eso no iba a quitarme las ganas de ver la cinta, nada de eso. No olvidéis que venía de ganar la Concha de Oro en el festival de San Sebastián. Es por ello que hoy os quiero contar mis impresiones sobre esta nueva obra de Carlos Vermut –de él son el guión y la dirección– que me ha dejado un sabor de boca agridulce. Y es que el perturbador argumento de Magical girl –que toma su nombre de un estilo de manga protagonizado por niñas con poderes mágicos, sea a través de un objeto o por ellas mismas, que deben combatir el mal y salvar al mundo de algún peligro mientras llevan una vida paralela acorde a su edad– tiene un punto de partida muy kawaii –para utilizar un concepto nipón– que poco a poco se torna en oscuro e inquietante.
Lo que la película cuenta, entrelazando varias historias de las que no se nos proporcionan todos los datos –Vermut es especialista en ello– es la de Luis, un profesor en paro que subsiste vendiendo a peso sus libros y que para hacer feliz a su hija –fan de la serie de anime Magical Girl Yukiko y enferma de leucemia terminal–, decide comprarle el vestido oficial de la protagonista de la serie. Sin embargo, los 900.000 yenes que cuesta le obligarán a intentar conseguir el dinero a cualquier precio. Accidentalmente conocerá a Bárbara, una mujer que sufre algún tipo de trastorno mental y está casada con un adinerado psiquiatra, y ello dará a Luis la oportunidad de conseguir su objetivo. Sin embargo, un mundo de extorsión, sexo y engaños comenzará para ambos, lo que no hará más que complicarse cuando aparezca en escena Damián, profesor retirado que tiene una extraña relación con Bárbara. En fin, amiguitos, poco más os puedo contar de otra estupenda obra de Carlos Vermut que –ahora puedo decirlo– fue injustamente tratada en el reparto de Goyas. Y es que La isla mínima es muy buena... pero algún premio podía haber estado más repartido. Visualmente muy atractiva, un tempo muy oriental –ese desarrollo pausado pero inexorable que sin aparente energía, para nada se hace lento– con una fotografía fantástica, unas interpretaciones súper naturales y un guión con perlas como “Desde que salí estoy limpio ¿sabe?, no tomo nada excepto los porros y de vez en cuando algo de M. Pero vamos, nada. Limpio.” Creo que hubiese sido más justo que Magical girl hubiese merecido un poco más de reconocimiento por parte de la Academia. Pero Carlos –que tampoco es un tipo normal y corriente, debemos reconocerlo– parece que está destinado a convertirse en el director maldito y de culto de este país. En fin piltrafillas, una perla a disfrutar aunque sea desde el lado oculto del comportamiento humano. Dice Damián al principio de la película que “La unica verdad absoluta es que dos más dos son cuatro”. No os lo creáis. Siempre existen incógnitas que no podemos despejar y acaban influyendo en la ecuación.
Como bonus, adjunto el personaje –por supuesto ficticio– de Yukiko del que Alicia es seguidora incondicional.
La verdad es que el cine español ha completado un año fantástico, la verdad. Ésta no la he visto, siendo sincero. Me pasa con el cine español una cosa: soy muy prejuicioso respecto a él. Pero te haré caso y la veré.
ResponderEliminarPor cierto, King, ¿te gusta la literatura clásica? De ser así, y si te apetece, te dejo el enlace de mi última entrada. Un abrazo.
http://www.ourgodsaredead.blogspot.com.es/2015/03/rojo-y-negro-la-culminacion-del-sueno.html
En el cine español hay como en todas partes, cosas buenas y cosas deleznables.
ResponderEliminarPero lo cierto es que en los últimos años, a calidad de nuestro cine está aumentando y ya nos estamos olvidando un poco de los temas de siempre pasando sin complejos a facturar películas como las que se hacen fuera de nuestras fronteras.
Saludos.