Comienzo las reseñas cinematográficas de este domingo con Predestination, una película escrita y dirigida por los hermanos Spierig –los de Daybreakers, de la que os hablé aquí- basada en una historia corta de Robert A. Heinlein y en la que repite con ellos Ethan Hawke. Antes de decidirme a verla, he consultado la sinopsis encontrándome con una sucinta “Un agente eventual del gobierno (Hawke) tendrá que realizar una serie compleja de viajes en el tiempo con el fin de detener a futuros asesinos”. Umm... viajes en el tiempo, agentes especiales, asesinos ¿no os suena a Looper o a Minority Report? No me entendáis mal, el que suenen los argumentos de ese tipo hoy en día debe ser como cuando en los años cincuenta alguién decía aquello de, “vaya, otra de gángsters ¿no os suena?”, es decir, que también es normal que existan diversas películas de un mismo tema. Pero siempre temo que, al encontrarme con casos así, la propuesta sea poco original y se convierta en una especie de copia de las anteriores. Sin embargo, ya ante Predestination y tras una introducción en la que vemos como el ¿protagonista? resulta herido de gravedad, nos enteramos de que siete años después se recupera, es un agente gubernamental a punto de iniciar su última misión -que al parecer consiste en perseguir por el tiempo a un terrorista apodado el bombardero escurridizo- y acabamos siendo testigos de una larga escena en un bar neoyorquino en la que el guión nos lleva a una pretendida sorpresa que se ve venir desde minutos atrás. Total que el agente está ahora trabajando de barman, y su cliente comienza a contar su vida, que comienza cuando fue abandonado en un orfanato. Así, nos continúa explicando su conflictivo crecimiento y la historia desemboca en su contratación por una agencia espacial. Y todo esto, os preguntaréis, ¿qué tiene que ver con lo que habíamos leído en la sinopsis?
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