domingo, 12 de octubre de 2014

Megaforce


A pesar de las negativas oficiales por parte de los líderes del mundo libre, diversas fuentes confirman la existencia de la Megafuerza, un ejército fantasma de luchadores de élite cuyas armas son las más poderosas que la ciencia haya ideado jamás. Su misión es preservar la libertad y la justicia peleando contra la tiranía y la maldad en cada esquina de la Tierra. 


Piltrafillas, esta perorata es el inicio de Megaforce, la protagonista de mi primera reseña de hoy, y supone toda una declaración de intenciones que anuncia el nivel de cutrerío que nos espera al afrontar esta cinta de 1982 dirigida por Hal Needham y protagonizada por Barry Bostwick a la que mi reciente entrada en el blog de La Comunidad del #Ffvinilo me ha otorgado la excusa perfecta para hablaros de ella. El argumento nos cuenta la historia de dos países enemistados por culpa del mandatario de uno de ellos, un dictador llamado Duke Guererra –Henry Silva y su rostro peculiar, otro de esos intérpretes encasillados en papeles de villano- que bombardea con sus tanques a los batallones de su vecino sin que este pueda responder dentro de la legalidad internacional. Es así como el gobierno autoriza al general Byrne-White y a la Mayor Zara a contratar a la Megafuerza, un ejército oculto de mercenarios que utilizan tecnología punta –motos que vuelan, láser, hologramas en 3D- y que lucha contra la maldad y la injusticia. Impagable la toma de contacto de la pareja de militares con un destacamento de la Megafuerza, haciendo el caballito en medio del desierto sobre motos armadas con misiles que se entrenan disparando a globos de colores. 


En Megaforce encontramos soldados con monos brillantes de licra y trajes de gala grotescos, un comandante que lleva una cinta que le cruza la frente a lo Flashdance, vehículos como la moto megafighter y los buggies megadestroyer o megacruiser... y actores como el mencionado Silva, un Barry Bostwick teñido de rubio platino, un Michael Beck –el protagonista de la mítica The Warriors- con sombrero vaquero, a la hindú Persis Kambatha –de la no menos mítica Star Trek- como atractiva mayor del ejército y al irlandés Edward Mulhare como general el mismo año en el que se estrenaría en televisión como uno de los co-protagonistas de Knight Rider en la piel de Devon Miles. Amiguitos, esto es pura basura sin otro fin que el de entretener. Y lo consigue. Con unas interpretaciones patéticas, unos efectos especiales algo básicos y un argumento estúpido, Megaforce resulta muy recomendable como divertimento palomitero -casposo nostálgico, eso sí- mucho más honesto que bazofias con pretensiones como la que pocos años después rodó Chuck Norris con capital israelí en la que robaba de manera flagrante la idea de la moto con misiles y medio título de la película, dónde la megafighter era una Suzuki modificada y Megaforce pasaba a ser Delta Force. Pero esa es otra historia.

1 comentario:

  1. Joder, vaya fumada de cinta, o al menos el argumento. Eso sí, aunque sólo sea por la fotografía hay que verla. Un abrazo, King. Cuídate mucho y feliz domingo.

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