Y despido mis reseñas de hoy con la española El asesino está entre los 13, una película de 1973 dirigida y co-escrita por Javier Aguirre que con la participación de un extenso reparto cargado de nombres conocidísimos en la época –y de grato recuerdo para los que llevamos algunos años viendo cine español- nos introduce en una trama tipo whodunit, ese género del que Agatha Christie es uno de los principales referentes literarios. El palabro tiene su origen en Who has done it? -¿Quién lo ha hecho?, en inglés- y se trata de un término acuñado en los años 30 para definir esos argumentos en los que el epílogo de la trama criminal finaliza con todos los sospechosos en una habitación asistiendo a las conclusiones que finalmente desenmascaran al culpable. A todos nos vienen a la cabeza novelas como Diez negritos pero también los episodios de la serie Colombo ¿no?, pues así os haréis una idea del tipo de cinta que tenemos entre manos. Protagonizada por Patty Shepard –la norteamericana hija de militar que hizo carrera en el cine español con decenas de películas en su haber- y un elenco coral compuesto por Simón Andreu, Carmen Maura, Paloma Cela, Jack Taylor, Ramiro Oliveros, Alberto Fernández o Eusebio Poncela con la colaboración más bien innecesaria de Paul Naschy, lo que la historia nos cuenta es la reunión que la viuda del abogado Carlos Mandel –fallecido presuntamente de accidente dos años atrás- convoca en su casa con el fin de desenmascarar al que ella supone que fue su asesino.
Obviando la manía que tenían algunos realizadores de ubicar en localizaciones patrias como la sierra madrileña argumentos protagonizados por personajes pretendidamente extranjeros y lo variopinto de un reparto en el que algunos personajes no se sabe muy bien qué pintan, digamos que El asesino está entre los 13 me ha parecido bastante distraída y ciertamente recomendable, siempre que no perdamos de vista que estamos a principios de los años setenta y ante un thriller de consumo sin otra vocación que la de entretener. De entre todos lo mencionados al principio, el peso de la obra lo lleva dignamente la Shepard, mientras a su alrededor van pululando los diversos sospechosos de haber acabado con su difunto esposo. Así, encontramos a unos jóvenes Maura y Poncela, al galán Andreu –en un papel de acosador sexual petulante que cae mal desde que aparece por primera vez-, al carismático Eduardo Calvo, al mítico Jack Taylor o a Blaki –Francisco Javier Martín, apodado el Marty Feldman español a causa de sus ojos saltones y el papel parodiando a Igor del Jovencito Frankenstein en El liguero mágico de Ozores- en un pequeño papelito puramente testimonial. Lo dicho, amena –aunque parece que corre por ahí una versión sin censurar con diversas escenas de tinte sexual que le hubiesen aportado algo más de interés casposo- y aceptablemente interpretada, aunque echada a perder en parte por esa meliflua música de Alfonso Santisteban muy setentera e hispánica pero más indicada para las escaleras mecánicas de unos grandes almacenes que como banda sonora de un thriller. Eso sí, El asesino está entre los 13 ha logrado mantener mi interés porque no he sido capaz de adivinar la identidad del asesino hasta el final de la película, más que nada porque me negaba a aceptar lo que finalmente ha sido, un desenlace más que previsible para cualquier fan del género. Y ya estoy hablando demasiado.
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