Amigos, desmentidme ipso facto si no creéis como yo que Depeche Mode es de los pocos grupos de pop electronico –en mi época les llamábamos techno, además de otras lindezas relativas a su sexualidad– de los que los metalheads maduros –conozco a varios– declaran ser seguidores o al menos admiten poder escuchar sin que la experiencia les produzca urticaria. Y es que hoy en día, tras la aparición hace unos añitos de Ministry o NIN fusionando mala leche y electrónica, los heavies ya no tenemos excusa para degustar sin complejos ciertas propuestas. Otra cosa era en los 80 cuando la sola escucha de las primeras notas de I just can’t get enough me hacía vomitar pure de guisantes y blasfemar en arameo (lo de girar la cabeza no lo conseguí de milagro).
Depeche Mode son un grupo británico aparecido al mismo tiempo que la NWOBHM –aunque escogieron el lado oscuro, una pena– que justo antes de grabar el cedé que hoy me ocupa estuvieron a punto de desaparecer. Así es amigos, la salida del grupo de Alan Wilder y una fuerte adicción de Dave Gahan a la cocaína que casi le lleva a la muerte llevaron a los creadores de Never let me down again, Stripped o Enjoy the silence al borde de la extinción. Sin embargo, a lo largo de 1996 la banda –Dave Gahan a las voces desgarradas, Martin L. Gore a la voz, guitarra y sintetizadores y Andrew Fletcher al bajo y sintetizadores– se puso a las órdenes del productor Tim Simenon y sentaron las bases para editar Ultra, el primer álbum en años como trío, obra del esfuerzo y la voluntad de Martin Gore –compositor de todos los temas– de no tirar la toalla. Grabado entre Londres, Nueva York y Los Angeles, este oscuro Ultra alcanzó en 1997 el número 1 en la Gran Bretaña y el 5 en los Estados Unidos pese a –supongo que a causa del precario estado de salud de Gahan– no realizarse gira alguna de presentación.
Entre los diversos y variados músicos que pasaron por las sesiones de grabación de este Ultra cabe destacar a Dave Clayton a los teclados y programación, Doug Wimbish –Joe Satriani, Living Colour y muchos otros– al bajo y Victor Indrizzo –Shakira o Paul Stanley, por ejemplo– a la batería y percusión. En el apartado estético, las fotografías y la dirección artística corrieron a cargo una vez más del genial Anton Corbijn y los habituales Area realizaron el diseño de la portada.
La lista de temas de Ultra era:
Barrel of a gun
The love thieves
Home
It’s no good
Uselink
Useless
Sister of night
Jazz thieves
Freestate
The bottom line
Insight
Junior painkiller
El cedé se inicia con Barrel of a gun, canción en la que destacan batería -o quizás es un sintetizador-, guitarras, un bajo estupendo, los teclados y la voz oscura de Gahan. A mi me encantó desde el primer momento y creo que le falta un pelín de fuerza para poder ser perfectamente un tema de Marilyn Manson.
The love thieves baja algo el nivel de pegada. Sigue ahí la batería –real o no– pero mucho más pausada, la voz es calmada y de la guitarra solo se escuchan pinceladas limpias. Y entonces nos llega Home, sencillamente preciosa, con unas melodías vocales alucinantes y unos arreglos de cuerda geniales. La guitarra también le aporta un toque especial que me encanta.
It’s no good nos trae la alegría de nuevo, va en la onda de Barrel, con más batería, teclados, bajo –o pedales, qué más da– y guitarrazos, con una melodía vocal de Gahan que enamora. Tras esta, comienza Uselink, una tonadilla instrumental que, de haber sido más oscura y larga, podía haber firmado perfectamente Trent Reznor y sirve de preambulo a Useless, canción que comienza con la guitarra de Martin y de nuevo la característica voz de Dave Gahan dando forma a un tema que –de nuevo– podría formar parte de un álbum del Reverendo Manson sin desentonar.
Sister of night es otro tema lento y melancólico a lo Home que, sin embargo, esta vez no me emociona tanto. Le sigue Jazz thieves, que es otro instrumental a lo Reznor, para que nos entendamos. Freestate es un tema lento que se inicia con lo que parece una slide o un dobro acompañando a la línea vocal –es el tema más largo del cedé– que conforme avanza me gusta más y que de nuevo une la presencia guitarrera a los sintetizadores.
Pero con The bottom line ya te das cuenta de que la agradable sensación que transmitían los anteriores temas del álbum no va a regresar.
Entonces comienza Insight, otra canción de más de 6 minutos, que sin llegar a emocionar, resulta convincente a la hora de mantenerle a uno en la predisposición de finalizar el cedé sin darle al stop... aunque resulta que al final el tema no dura tanto y, como en el primero de los Fight de Rob Halford y tantos otros cedés de la época, escondía un tema oculto al final, una prescindible instrumental de relleno titulada Junior painkiller.
Total, que –en mi humilde opinión de heavy del demonio– Ultra no es quizás un álbum redondo... pero se le acerca mucho. Aun así, no se puede negar que Ultra contiene algunas de las más impactantes canciones de los últimos tiempos del grupo y una atmósfera enrarecida que –sacrilegio– lo hace bastante... ¿heavy?.
¡Feliz fin de semana!
©King Piltrafilla
Entrada publicada el anterior viernes en zeppelinrockon.com
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