Amiguitos, el cine pinku japonés regresa a este blog en una sesión doble extraordinaria de Semana Santa. Mi primera reseña se la dedico a Baño de sangre en el Instituto Rosado –los entendidos ya sabréis que Rosa, para los japoneses, es como Verde para nosotros, es decir, sinónimo de erotismo-, una película que se inicia con un sufrido maestro de escuela femenina –la Seijun Girls School- intentando hablar de Florence Nightingale a sus alumnas, unas adolescentes chillonas, maleducadas y sin interés ninguno ni respeto por la educación. Unas saltan, otras comen, Midori duerme... y entonces entran en clase las que parecen integrar una banda de chicas preguntando por ella. A estas alturas ya vemos que las interpretaciones no son el punto fuerte de esta cinta. La recién llegada se presenta, Malicia Roja, Yumi la Cresta de Gallo, que nació y creció en el Valle de los Pollos, es hija de un granjero avícola y desde los siete años ya ha matado más de cuatrocientos pollitos. Frente a ella, Midori, de la Ciudad de las Cerezas, la invencible, el Crisantemo Salvaje, una chica que no tuvo infancia y que ha hecho de su vida una lucha contínua. Y comienza la pelea, piltrafillas, una lucha patética, mal coreografiada... con las chicas arrancándose las camisas dejando sus pechos al aire. ¡Acabáramos!, eso es lo que tenemos entre manos. No estamos ante una de aquellas interesantes películas de los años setenta con delincuentes femeninas –sukeban- como protagonistas, cintas míticas de culto como Girl boss guerilla, que han tenido su momento en este blog. No amiguitos. Lo que vamos a ver es una infame muestra del pinku eiga de más baja ralea. Da comienzo pues Bloodbath in Pinky High. Más tarde, Maki Lobo Solitario se encuentra a Midori después de que esta haya robado en una tienda de ropa y la reta a una lucha. Maki es su enemiga más acérrima, habiendo peleado con ella en más de 150 ocasiones desde la infancia, pero Midori está cansada y la emplaza para otra ocasión. Y entonces conocemos a Ranko, líder de la banda que controla el colegio –los Demonios- con permiso de su director, de quien está enamorada desde que llegó al instituto escapando de los abusos de sus padres y este la acogió bajo su tutela. Ranko, además de amenazar a las nuevas alumnas, realiza trabajos para su jefe y amante, cosas como proporcionarle chicas para agasajar a los miembros del Consejo Escolar del distrito.
Así es, piltrafillas, os lo he contado casi todo. Pero es que el interés de Bloodbath in Pinky High –os confieso que conforme avanzaba la cinta me ha parecido más entretenida y mejores las interpretaciones- no está en el argumento, sino en dejarse atrapar por la historia y esas imágenes llenas de chicas semidesnudas hablando con voz ronca, imitando a los yakuza. Total amiguitos, que al final me ha gustado. Eso sí, estamos ante un exponente de pinku eiga adolescente que aun no sé si pretendía dar un homenaje al género sukeban o emularlo. Servíos un copazo de ron añejo –es lo que he hecho yo- y disfrutadla.
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