Pablo abrió los ojos, le pesaban, tenía un dolor de cabeza de mil demonios y un sabor metálico en la boca que le producía nauseas. No era capaz de pensar, por su cabeza pasaban imágenes sueltas que no tenían ningún sentido. Se metió bajo la ducha para intentar despejarse; tenía marcas de pinchazos en los brazos y notaba algo bajo la piel en el cuello. Estaba asustado y muy, muy cabreado.
Se vistió, tomó un café y dos aspirinas, pensaba en Helga- te vas a enterar hija de puta-se dijo por lo bajo.
Cuando llegó a la oficina, Marko estaba en la entrada.
-Buenos días Pablo, Helga te espera.
Pablo no contestó, subió las escaleras y sin llamar dio un empujón a la puerta. Helga se giró.
-Hola Pablo, como est...
No pudo continuar. Pablo la cogió por el cuello y la empujó contra el sofá situándose encima de ella.
-Empieza a hablar o te juro que te mato-, le gritó.
Y sin más la besó. Casi mordiéndole, le metió la mano bajo la blusa -Helga no se resistió-, le subió la falda y se bajó la bragueta para -sacándose la polla- metérsela al instante; Helga gemía y él la embestía como un loco. No tardó mucho en correrse, y mientras se separaba de ella le soltó -lo siento, no sé qué coño me pasa.
-Pablo –dijo ella-, tienes todo el derecho del mundo a estar enfadado, pero déjame que te explique. Helga se colocaba la ropa, y se ordenaba el pelo.
-Por favor, tranquilízate. Has pasado todas las pruebas, ya eres uno de nosotros.
-¿ Y esto? - Le enseñaba los pinchazos y el cuello.
-Te hemos hecho pruebas rutinarias , ficha médica, análisis... lo normal, y lo del cuello es solo un dispositivo de seguimiento, así sabremos siempre dónde estás en todo momento, eres muy valioso y tenemos que asegurarnos que no desaparecerás.
-De qué coño hablas? ¿que habéis hecho conmigo?
-Verás Pablo, como sabes, nuestra empresa se dedica al transporte internacional, se mueve mucho dinero, a ti se te da bien el papeleo, las cuentas, es lo tuyo.
-¿Qué pasa, que no hay contables en Viena?- gritó él.
-Claro que los hay, pero la contabilidad que tú vas a llevar es la que no se enseña al fisco, ¿me entiendes?.
-¿Y para defraudar a hacienda todo esto?, joder, me lo hubieses dicho y punto.
-Hay más, contabilidad B, cuentas en Suiza y las Caimán... y arte. Subastas a gran escala, donde las inversiones son muy fuertes, donde tú pujaras por lo que se te ordene. Y te encargarás del papeleo, traslado a contenedores en China donde se almacenan.
Tú harás que todo parezca legal. Nadie te conoce en este mundillo, pasarás desapercibido haciendo el papel de mi secretario personal y contable de una empresa respetable.
-¿Y para eso era necesario usarme de cobaya?.
-Ya te he dicho que son pruebas rutinarias y algo de aprendizaje con ayuda de algunos fármacos. Así, en el caso de que tuvieses que declarar, solo te sacarían lo que ya saben; que trabajas para nosotros como empleado administrativo. Nadie va a imaginar nunca que has sido adiestrado para muchas más cosas, las descubrirás a medida que vayas necesitándolas, ni siquiera tú mismo sabes de todo lo que eres capaz. Tendrás lagunas de memoria y dolor de cabeza , pero se pasará.
Helga sacó un sobre de un cajoncito de su escritorio.
-Toma , te lo has ganado. Solo es un anticipo, pero debes gastarlo con cuidado para no levantar sospechas, no nos conviene que de repente manejes mucho dinero. Se supone que tienes un sueldo normal.
Pablo no sabía qué decir.
-Vete a casa –siguió ella-, descansa unos días Yo tengo que hacer un viaje, pero cuando vuelva dejarás tu casa y te vendrás a vivir conmigo y Marko a la casa que tiene la empresa en las afueras. Allí trabajarás sin interrupciones, debes concentrarte porque se espera mucho de ti y la documentación que manejarás no puede salir de allí. De vez en cuando darás una vuelta por tu casa para no levantar sospechas, creemos que te han puesto micros y cámaras. Pero nada más. Sé prudente y todo irá bien.
Pablo iba a seguir preguntando pero estaba demasiado cansado y todo le daba vueltas,
Todo aquello tenía que digerirlo.
Salió de la oficina con una sensación que no era capaz de entender, entró en el primer bar que encontró y pidió una cerveza rememorando cómo se había tirado encima de Helga y en todo lo demás.
Luego se dispuso a hacer compra, no tenía nada en casa y el dinero ya no era un problema. Le gustaba esa sensación.
Ya al abrigo de su hogar, se había quedado dormido cuando sonó el timbre.
Por la mirilla vio a Crisanto.
-¿Qué tripa se le ha roto a este cabronazo?- farfulló.
-Hombre, Pablo, por fin te encuentro -dijo mientras entraba sin que Pablo tuviese tiempo de invitarlo a pasar-, estaba preocupado por ti ¿dónde te metes?.
-Trabajando Cris, ya sabes que me salió un trabajo y tengo que comer ¿sabes?, pero dime ¿por qué me buscabas?
-Traigo malas noticias. Luisa ha muerto. No te hemos podido localizar para decírtelo.
Pablo se quedó parado.
-No sabes cómo lo siento, me has dejado helado.
-Bueno son cosas de la vida, pero tan joven...
-Cris, te agradezco que hayas venido a decírmelo, pero he estado trabajando mucho, ya sabes, soy el nuevo en la empresa y no quiero ser descortés pero necesito descansar y asimilar sin compañía que Luisa ya no está.
Crisanto Valdemoro García de la Cruz, se dio cuenta que no iba a sacarle nada más y se despidió de Pablo
-Cuando quieras podríamos quedar y tomar unas birras. Te llamo un día de estos, cuando estés más descansado. Y oye, te acompaño en el sentimiento –le dijo mientras le daba la mano con desgana.
Crisanto bajó las escaleras pensando que Pablo estaba raro, que no era el mismo de siempre y que tenía que aumentarle la vigilancia. Los Zipizape no habían conseguido nada más que destrozar el Ford azul, tendría que encargarse del asunto él mismo.
Mientras, Pablo se sirvió un Jack Daniel´s. Se sentía satisfecho de cómo había manejado la situación con Cris, ese pedazo cabrón que se tiraba a Luisa cuando estaban casados y presumía de ser su amigo. Levantó el vaso y brindó.
-Por ti Luisa- se dijo, dándose cuenta de que no había preguntado por cómo había muerto.
Puso música. Iron Maiden: No more lies.
-No más mentiras, Luisa. Te perdono –pensó, y se sirvió otra copa.
Estaba empezando a impacientarse, ya llevaba dos días en casa, bebiendo, aporreando la Jackson y cada vez que pensaba en Helga se empalmaba y se cabreaba. Deseaba verla y volver a tenerla entre sus piernas y mientras tanto se estaba matando a pajas.
Tres días después sonó el automático. Era Marko.
-Pablo, creo que te mudas con nosotros. Recoge lo imprescindible y baja rápido, nos vamos.
A Pablo le dio un vuelco el corazón.
-¿Y Helga? –preguntó.
-Está en la casa de las afueras, me ha enviado a recogerte.
-De acuerdo, en nada estoy listo –dijo. Una bolsa de deporte era todo su equipaje.
Durante el trayecto, Marko hablaba sin parar.
-Quiero que sepas que ahora eres uno de los nuestros, pero debes tratar bien a Helga o te las verás conmigo. Estás avisado, ella es .. ella es mi familia.
Pablo miraba a Marko, ese armario de dos puertas adoraba a Helga y él solo pensaba en follarla otra vez.
-Hemos llegado -dijo Marko, pero él solo veía campo.
-No veo casa alguna- dijo Pablo.
-Todo lo que ves –le explicó el armario- es la propiedad, la casa la veras en unos 10 minutos.
Cuando apareció la casa a su vista, Pablo soltó un “joder, ¿qué es eso?”
Esperaba ver una casa de campo, un chalet o algo así. Sin embargo, lo que tenía ante los ojos superaba lo que había imaginado. Varias edificaciones pequeñas, con una distancia de varios metros entre unas y otras, y luego una mansión enorme que parecía un búnker.
-Estarás a gusto aquí le dijo Marko-, esto es muy tranquilo y seguro. Nadie que no sea de la empresa viene por aquí. Tienes todo lo que puedas necesitar y el campo de entrenamiento es uno de los mejores que verás nunca.
Pablo escuchaba y miraba a un lado y otro mientras accedía a la construcción principal de aquel complejo en medio de ninguna parte.
-Dejaré que te instales. Te llamarán por teléfono para la cena. Tiene uno cargándose en tu habitación, debes llevarlo siempre contigo. Esto es muy grande y no podemos llamarte a gritos. Si necesitas algo, tienes las instrucciones en la mesilla, échales un vistazo antes de nada.
Pablo no dejaba de mirar a su alrededor. Una cosa era segura, había más de lo que Helga le había contado, pero estaba seguro de que se iba a enterar. No se había metido en ese fregado para quedarse al margen como un simple peón. Su vida estaba cambiando, solo que lo hacía muy rápido.
La habitación que le habían asignado era más grande que todo su piso, con zona de despacho, terraza y un baño descomunal. Un vestidor lleno de ropa, lehizo pensar que no era el primer inquilino de ese lugar. La cama era gigante, y se imaginó en ella con Helga.
Cuando le llamaron para cenar, casi se pierde antes de encontrar el comedor. Helga estaba allí, con varios hombres, y le saludó antes de unas rápidas presentaciones. Ya los conocerás a todos con más calma, entrenarás con ellos por las tardes. Ahora, cenemos.
Tras la cena, Helga le enseñó parte de la distribución de la propiedad y algunas claves para no perderse por ella.
–En el fondo es sencillo –explicó-, y además contamos con una red de túneles que conectan cada bungalow o cobertizo con la casa grande; si hay algún imprevisto, podríamos escapar con facilidad.
Helga advirtió la cara de sorpresa de Pablo
-Bueno, no quiero agobiarte. Poco a poco entenderás todo.
Llegaron a su habitación y Helga se despidió.
-Me alegro de tenerte con nosotros, buenas noches- y le dio un beso en la mejilla.
Pablo la sujeto y la besó en la boca.
Helga se apartó y repitió -buenas noches.
La mañana siguiente –tras un desayuno sencillo- empezó con los libros de cuentas. Pablo no salía de su asombro, eran unas cantidades indecentes de pasta. Él, que pensaba que no tener dinero era un problema, se daba cuenta que tener demasiado también lo era y aun mayor, sobre todo si por su culpa puedes ir a la cárcel de por vida.
Helga entró en el despacho sin avisar.
–¿Cómo vas? , abajo está Óscar, que conoce todas las operaciones y te ayudará hoy.
-Si le tenéis a él, ¿qué pinto yo?.
-Óscar es el mejor en esto, pero se ha convertido en un viejo conocido de la policía, y está inhabilitado legalmente. Vamos, que no puede firmar ni un cheque.
Viendo la cara de Pablo, Helga cambio de tema drásticamente.
-¿Te gusta tu habitación, has dormido bien?
-Sí, es enorme. Y el inquilino anterior se dejó el armario lleno.
Helga soltó una carcajada
-Toda esa ropa es tuya, vas a necesitarla.
Pablo no podía más, por lo que se abalanzó sobre Helga y la levantó en brazos
-¿Qué haces?, preguntó ella.
-Lo que necesito eres tú –le dijo al oído mientras la echaba sobre la cama y comenzaba a desnudarla.
Pasaron un par de horas en las que no dejaron de tocarse, besarse y follar como locos.
Pablo estaba en el cielo y Helga –a tenor de sus suspiros y jadeos- también. Después, la pelirroja se levantó y sirvió dos copas de whisky. Puso música. Le estaba cogiendo el gustillo a la que le gustaba a Pablo. Scorpions: Passion Rules the game. Klaus Meine diciendo eso de que “cuando la pasión gobierna el juego, no tengo ningún control, cuando mi corazón está en llamas, solo un poco de suerte esta noche y mis sueños se harán realidad”.
-Me gustas Pablo –dijo mientras le acercaba la bebida con un beso-, pero delante de los demás soy tu jefa, debes recordarlo.
Pablo dejó el vaso sobre la mesilla y atrayendo a Helga por las caderas y metiendo la cabeza entre sus piernas, le respondió “sí jefa” manteniendo su boca demasiado ocupada para añadir nada más.
Los días pasaban rápido, Pablo y Óscar pasaban la mañana juntos entre papales y cuentas, y por las tardes Pablo entrenaba como si fuese un soldado. Un par de noches a la semana las pasaba con Helga. En realidad la veía poco y a veces la notaba preocupada. Sin embargo, cuando preguntaba siempre recibía la misma respuesta: solo estoy un poco cansada. Entonces la abrazaba y le daba masajes en el cuello. Otras veces, el que estaba hecho polvo era él, tenía moratones y el cuerpo dolorido del entrenamiento. Entonces ella le decía: descansa, dejamé a mi. Y le hacía una mamada.
Una mañana, Helga le dijo a Pablo -Debes darte una vuelta por la ciudad y pasar por tu casa. Déjate ver por tus sitios habituales con normalidad, un par de días serán suficiente.
Así, mientras tus contracturas mejoran -explicó-, yo saldré de viaje a Londres. Han localizado un diario antiguo que nos gustaría tener, y quiero verlo antes de que salga al mercado.
-Vuelve pronto –fue lo único que acertó a responder Pablo-, tus mamadas son el mejor remedio para mis músculos doloridos.
–Serás guarro, voy a tener que enseñarte a hablar como es debido.
Marko condujo a Pablo a la ciudad y le dejó cerca de su casa. El barrio estaba igual, pero cuando llegó a su piso algo no iba bien. No se escuchaba a la vecina -cosa rara- y su casa tenía la puerta abierta. Pablo sacó la pistola, vio la sombra de alguien y disparó varias veces. Cuando entró a la carrera en su propio hogar, tropezó y cayó al suelo. Al levantarse sintió un escozor en el brazo. A él también le habían disparado. De repente sintió un golpe en la cabeza y todo se nubló.
@esther2080
Lee aquí el siguiente capítulo.
Qué guapo
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