Amiguitos, como cada diciembre os cuento –estoy viejo y me repito más que el ajo, no hay nada que hacer- he pasado las fiestas navideñas junto a la familia política. Ya hace años que es tradición reunirnos todos en una masía en medio del campo o la montaña –hasta en un castillo hemos estado- para pasar juntos unas horas que dedicamos a comer mucho, beber más, jugar a las cartas, al dominó, a ping-pong y a los dados, estrechar más si cabe los lazos familiares y –si el tiempo lo permite- hacer excursiones, ya sea a pie, en bicicleta... o en piragua por el Segre, como en una ocasión. De todo ese cúmulo de actividades, acostumbro a realizar el correspondiente reportaje fotográfico -aquí podéis encontrar las del año pasado, por ejemplo-, una selección de instantáneas de los paisajes y entorno que me acompañan esos días y que considero interesantes, evitando casi siempre –aunque nos juntamos una veintena larga de personas- que aparezcan personas en esos reportajes. Una manía como otra.
Sin embargo piltrafillas, este año no he quedado satisfecho con el resumen gráfico del acontecimiento. Entre que solo han sido dos días –ya sabéis que en Catalunya también es festivo el 26 de diciembre-, que el primero lloviznó y que por allí no había nada que ver, exceptuando una pequeña explotación ganadera que apestaba a purines, el resultado en lo que se refiere a aporte fotográfico es –ya os aviso- algo pobre. No obstante, para no perder la tradición, aquí tenéis parte de las imágenes que mis ojos captaron desde el mediodía del 24 de diciembre hasta la tarde del 26. La parte sentimental –más reconfortante- me la guardo para mi.
Sin embargo piltrafillas, este año no he quedado satisfecho con el resumen gráfico del acontecimiento. Entre que solo han sido dos días –ya sabéis que en Catalunya también es festivo el 26 de diciembre-, que el primero lloviznó y que por allí no había nada que ver, exceptuando una pequeña explotación ganadera que apestaba a purines, el resultado en lo que se refiere a aporte fotográfico es –ya os aviso- algo pobre. No obstante, para no perder la tradición, aquí tenéis parte de las imágenes que mis ojos captaron desde el mediodía del 24 de diciembre hasta la tarde del 26. La parte sentimental –más reconfortante- me la guardo para mi.
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