Llega la reseña cinematográfica un día antes de lo habitual -cosas de la conciliación familiar dominical y mi dedicación bloguera- con una entrada dedicada a la española Hijo de Caín, una historia de adolescente psicópata enmarcada en el mundo del ajedrez. Piltrafillas, antes de entrar en valoraciones, dejad que os resuma la historia. Resulta que tenemos a un tal Nico, adolescente de esos raritos con cara de niño satánico carne de reformatorio, que está obsesionado por el ajedrez y por hacer la vida imposible a su padre, que precisamente es el que más hace ojos ciegos a las peculiaridades de su retoño, empeñado en tener buena relación con él. Y eso que su mujer ya no sabe cómo decirle que el niño no es del todo normal que digamos. Véase el episodio del perro. Pues bien, al final la pareja decide que quizás hay que hacer alguna cosa y contratan a un psicólogo para que les diagnostique al chico. Y el doctor Beltrán, que al principio va de enterado del análisis de la conducta humana y acaba siendo más tonto que Abundio, decide meter al chico en una escuela de ajedrez dirigida por su mentor. La cosa no acaba bien, os lo anuncio.
En resumen, amiguitos, que si habéis podido vivir sin verla hasta hoy... no creo que sufráis problema alguno de salud si seguís sin dedicarle ni un segundo de vuestra vida. Si sois curiosos, die hard fans de Coronado o incluso de Taylor –que de todo hay en la viña del Señor- tampoco perdéis nada dándole una oportunidad.
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