Amiguitos, cuando hoy he decidido dedicar una entrada al mundo del automóvil, no he podido dejar pasar la oportunidad de atender la petición –reincidente, insistente... incordiante casi- del piltrafilla Don Críspulo, quien me asegura que en tiempos poseyó el coche del que ahora os hablaré someramente. Me refiero al Audi Quattro, un coupé basado en el Audi 80 que la marca de los aros desarrolló para competir en el campeonato mundial de rallies, para lo que incluso tuvo que presionar a la FIA con el fin de derogar una norma que creía obsoleta. Así, con la dirección de Ferdinand Piëch y el equipo de ingenieros de Jörg Besinger, en 1980 se presentó en sociedad el Audi Quattro con tracción a las cuatro ruedas y un motor de 2,2 litros turbo alimentado de cinco cilindros en línea que daba 200cv de potencia. Y aunque en el Salón de Ginebra se mostró como vehículo de calle, la idea que perseguían Piëch y los suyos era la de competir... y ganar a todos en pistas de hielo o nieve. El encargado de estrenar y desarrollar en las carreteras este monstruo fue Hannu Mikkola, pero me perdonaréis si yo asocio el Quattro a la figura de Michèle Mouton, que no sé si es la única mujer que compitió en rallies -pero sí la única que recuerdo-, que llegó a obtener el subcampeonato del mundo además de numerosas victorias a lo largo de los años 80. Sin duda se trata de un automóvil mítico que debía dar gusto conducir por carreteras enrevesadas y resbaladizas.
Y bueno, espero que esta entrada deje satisfecho a Don Críspulo y le haga recordar que hace ya mucho que me envió su última colaboración. A buen entendedor...
Joyita...
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