Comienzo mis reseñas del fin de semana con una simpática basura en grado superlativo. Así es amiguitos, si hay que ver cine del malo, hagámoslo bien. Este domingo os presento Terminatrix, cinta softcore nipona de algo que podría calificarse como pinku sci-fi, protagonizada por la actriz –ya me entendéis- Kei Mizutani y dirigida por un tal Mikio Hirota. Terminatrix son jadeos –de esos insoportables que emiten las japonesas al fornicar, que en lugar de pasarlo bien parece que lloriquean-, nalgas, pechos, coitos simulados sin planos explícitos, escenas de iluminación deficiente, diálogos estúpidos y situaciones inverosímiles. Pero, ¿de qué va exactamente esta cinta de título que nos remite a un clásico de James Cameron?
Pues resulta que en el siglo XXI –es decir, ahora, lo que ocurre es que en 1995 aún nos sonaba a futuro imperfecto de indicativo- la población sigue incrementándose en Japón, por lo que el Gobierno decide solucionar el tema prohibiendo las relaciones sexuales entre ciudadanos de diferente sexo, excepto aquellos que selecciona un ordenador central controlado por la Administración con el único fin de procrear y seleccionar la especie. Sin embargo, una joven llamada Hanako se rebela contra el sistema y crea un grupo de resistentes –que no se explica pero supongo que se dedican a follar sin control- que supone tal amenaza para el nuevo orden legal que las autoridades se proponen acabar con ella. Pero en lugar de buscarla y asesinarla directamente, lo que hacen es enviar al siglo XX a una cyborg T69 Terminatrix –sesenta y nueve, ¡qué original!- que tiene como misión nachacarle el pajarito con su vagina trituradora al tipo que en el futuro se ha de convertir en el padre de Hanako. Vamos, como si Sarah y John Connor hubiesen intercambiado sus papeles. Pero –como en la original-, cuando la resistencia se entera de esos malévolos planes, envía a una rebelde –la dispuesta Kaoru- para cuidar de Kota Sera, el objetivo de la Terminatrix. Ese punto de partida, que más que inspirado en la cinta de Cameron la plagia sin vergüenza, es la base de esta bazofia de serie Z que se lanzó directamente al mercado videográfico y que solo puede recomendarse a frikis amantes de la peor sexploitation, japanófilos declarados o memos sin criterio artístico. Si alguno de vosotros encaja en alguna de las categorías –me parece que yo tengo cabida en las tres-, corred a por una copia de esta películilla sin par. El resto, poneos a ver una reposición de cualquier TV movie alemana de las que acostumbra a programar Antena 3 los domingos por la tarde. Saldréis ganando.
Santo cielo! o_O (Vaya PM!)
ResponderEliminarJajajaja, sí, sí... pero estas PM me distraen. Friki que es uno.
ResponderEliminarUno también se considera friki, ese algo de lo que Vd. no posee patente
ResponderEliminarYo me distraigo con cosas asi
PASSA?