domingo, 30 de junio de 2013

Werewolf in a Women's Prison


Sí piltrafillas, hoy me ha dado por comenzar mis reseñas con una película de serie Z, una de esas bazofias bizarras para disfrutar –quizás sea abusar del lenguaje- con un buen copazo –o dos- de ron bien cerca. La verdad es que no se trata de una cinta demasiado antigua –la dirigió un tal Jeff Leroy en 2006-, pero por la calidad y el resultado bien podría tratarse de un ejemplo casposo de cine gore exploitation de bajo presupuesto en su variante WIP de los años 70. La acción tiene lugar en la república bananera de Canpuna –de localización incierta, aunque en sur o centroamérica, por supuesto- y se inicia con una pareja dándose el lote en el desierto, junto a una romántica hoguera. Los jóvenes –Jack y Sarah- son sorprendidos por una especie de hombre lobo de ojos rojos, una especia de Lou Ferrigno –el Hulk televisivo- lleno de pelo, que ataca al chico causándole la muerte. Sarah, valiente ella, se defiende y logra vencer –muy verosimilmente, claro- al monstruo golpeándole con una rama y echándole encime una botella de alcohol que se inflama con el fuego de la hoguera y provoca que caiga por un precipicio. Pero la joven no ha salido indemne de la contienda: el lobo malo y peludo la ha mordido. 


Sarah se despierta en una prisión típica en cintas de este género, con reclusas putones que se entienden con los celadores, guardesa vestida de dominátrix a la que le gusta que le llamen Mistress Rita y un alcaide sádico metido a proxeneta, que lee libros de pornografía y al que le hacen los ojos chiribitas al pensar el dinero que hará con la nueva prisionera. La tal Rita le hace a Sarah unas fotos petendidamente eróticas –algo así como el book de su turbio negocio- y la mete en una celda con una compañera de penurias que bebe todo el día para soportar su estancia en ese agujero, un lugar en el que las prisioneras se dejan magrear por Rita a cambio de tabaco (otra excusa para proporcionarnos más carnaza, imágenes impagables de manoseo bajo los minishorts –todo muy softcore- con rata incluida). Más tarde, una pelea entre reclusas desemboca en el castigo a Sarah y otra presa, que son encadenadas bajo el sol en medio del desierto, ataviadas únicamente con braguitas. La pareja sobrevive a la sanción lamiéndose el sudor la una a la otra para no deshidratarse. Amiguitos, sobre el papel quizás parece sexy, pero os prometo que Jeff Leroy no pudo rodarlo peor. Ya de regreso entre rejas, tenemos un par de escenas de magreos –una de ellas lésbica-, pero siempre con simples top-less, es decir pocos desnudos integrales pero mucha teta. Entre medias, apariciones en sueños del pobre Jack y la constancia de que –como el mordisco de Drácula-, la mordedura del lobo ha causado en Sarah un efecto secundario que no tarda en dar problemas. 


En fin, que Werewolf in a Women's Prison es maquillaje de feria, escenas bizarras –la del teléfono electrificado me dejó en shock-, interpretaciones patéticas –con miradas de reojo a la cámara incluidas, horroroso-, atrezzo de plástico, tetas –eso sí-, pero aún y así tanto erotismo como el de una lata de alcachofas, vergüenza ajena a raudales, sangre, un monstruo mezcla de rata radiactiva, oso de peluche y el Ozzy Osbourne de la portada del Bark at the moon y unos diálogos pueriles. Piltrafillas, esto es serie Z de la mala en proporciones épicas. Hay que ser muy friki para poder disfrutar de esto, una cinta de las peorcitas que he visto. Y ya sabéis que he consumido mucha porquería estos años. La verdad es que con algo más de sexo –Jesús Franco hubiese hecho una obra maestra con estos mimbres- quizás hubiese mejorado... pero en esta Werewolf in a Women's Prison ni la sangre asusta, ni la carne abunda. Amantes del cine, huíd. Piltrafillas degenerados, pillaos el alcohol más fuerte que tengáis por casa y dadle al play.

2 comentarios:

  1. Pues después de leer su reseña..aunque diga que es infumable..me han quedado ganas de verla..la secuencia del desierto me ha puesto como una moto :D

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  2. Jajaja, ya verá que no hay para tanto.

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