Kiss saved my night

Piltrafillas, ayer tuve celebración familiar con cena, copas... y karaoke. La verdad es que la sola mención de la palabra ya provocaba en mi reacciones adversas. Era imaginarme el momento y salirme sarpullido, temblar y notar un sudor frío recorriendo mi espalda, pensaba que nada era peor que la idea que se había formado en mi mente de ese momento. Sin embargo, estaba equivocado. La realidad iba a ser mucho más terrorífica. 

Así pues, tras la cerveza, el cava, el mojito, empanada, quiche, embutido, canapés, queso, tortilla de patatas, guacamole y pastel de nata llegó el armagedón. Más de veinte adultos –con aplastante mayoría femenina entre los cuarenta y los cincuenta y tantos- y todos con unas inexplicables ganas de agarrar micrófono. Joaquín Sabina, David Bisbal, Isabel Pantoja, Pimpinela, Antonio Machín, Antonio Flores, Rocío Jurado... y yo alucinando y tirándome al vodka con limón. 

En esas que mi mujer me hace una de esas preguntas trampa que hacen las mujeres de uno, que son preguntas que ya tienen respuesta y que de antemano se sabe que no nos va a gustar, algo así como –ahora imaginaos que veis la secuencia en cámara lenta- “¿Vas a cantar una conmigo, verdad?”, y veo en la puta pantalla del puto karaoke... Juntos (Paloma San Basilio). Y mi mujer con la mano extendida, el resto jaleando y aplaudiendo –repito, seguid imaginándolo todo en cámara lenta, alternado con planos de mi cara de angustia en primer plano- y yo, echándole un par de huevos que me levanto y pienso “sus vais a cagar”. Total, que de perdidos, al río y voy y me arranco con una interpretación salvaje, pasada de vueltas, histriónica e irreverente que incluye momentos épicos de perreo tipo “caniche agarrado a pierna”. 

En fin amiguitos, que entonces llegan los Antonio Molina, Tequila, las Grecas, David Civera... y yo me tiro al Jack Daniel’s. Media botella cayó, lo mínimo para poder soportar aquella orgía de cutrez que mis compañeros de celebración se empeñaban en disfrutar en perfecta comunión pseudosatánica. 

Es entonces cuando tengo una revelación y veo que en el librito de canciones aparece Kiss. Los ojos se me salen de las cuencas, aunque dura poco la sorpresa. Se trataba de la edulcorada Beth de Peter Criss. Aún así, ¡qué coño!, iba a ser mi venganza, el bajón rítmico de la noche, la despedida con clase... y voy al responsable y pido que la programe para el final. En esas que llega mi momento, la gente preguntando quién había pedido eso, yo que me acerco al escenario Jack Daniel’s en mano, cojo el micro y me siento. Piltrafillas, fue arrancarme con mi Bez ai jiryu colin y se hizo el silencio en el local. Una actuación impecable que recogió una ovación sentida que fue el colofón que aportó dignidad –ausente hasta ese momento- al escenario del karaoke y tras la que finalizó la celebración. 

El peaje que he tenido que pagar ha sido una resaca monumental, como hacía años que no sufría, pero ha valido la pena, cos mi andeboys güer pleyin olnait.