Piltrafillas, sin que hayan pasado dos meses aún desde la desaparición –vamos, que se murió- del realizador madrileño Jesús Franco, hoy os traigo otra de sus cintas para que disfrutéis –si eso es posible- de uno más de los exponentes de su vasta obra fílmica. En concreto, este fin de semana he visto Ópalo de fuego: Mercaderes del sexo, una película de 1980 en la que encontramos música de jazz, un guión absurdo, un montaje algo caótico, unas interpretaciones pésimas y el protagonismo de una Lina Romay que comenzaba a perder su lozanía. Eso sí, sus tetas eran preciosas. El argumento, un poco liado, nos cuenta como Cecile y Brigitte –unas antiguas prostitutas francesas recicladas en detectives- trabajan para el Senador Connally y los servicios secretos norteamericanos en una investigación cuyo objetivo es una red de trata de blancas que se dedica a secuestrar jóvenes famosas del mundo del espectáculo o ricas herederas para venderlas a millonarios sin escrúpulos. Para ello dicen ser bailarinas de striptease –el Dúo “Lesbica” se hacen llamar- y se emplean en el Flamingo, un night club regentado por los Forbes que les sirve de tapadera para sus secuestros.
Cielos o_O
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