Piltrafillas, en diversas ocasiones a lo largo de la historia de este blog os he hablado de exponentes de la historia del automóvil, coches bellísimos –la mayoría de las veces-, otros no tan bonitos pero igual de importantes y –en ocasiones- verdaderos engendros sobre ruedas. Este jueves nos visita un ejemplo de discreción, uno de esos vehículos poco llamativos, humildes, ninguneados y empequeñecidos por el paso del tiempo y los avances tecnológicos que –sin embargo- son puntales de la historia de la automoción. Os hablo en concreto del Renault 4 –o cuatro latas, como siempre le he conocido yo-, un coche de la firma francesa del rombo que supuso un cambio radical en los esquemas de diseño y de ingeniería de la marca y llegó al mercado con la vocación de competir con sus eternos antagonistas, los compatriotas de Citroën. El Renault 4 fue la respuesta al exitoso 2CV de la marca de los chevrones. Diseñado por Robert Barthaud, el Renault 4 vio la luz en la edición de 1961 del Salón del Automóvil de Frankfurt y se estuvo fabricando durante más de treinta años hasta que en la guerra de los Balcanes se destruyeron los únicos moldes que quedaban del modelo. Rindámosle homenaje desde este espacio.
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