domingo, 14 de abril de 2013

Come una crisalide


Comienzo las reseñas de este domingo con Come una crisalide, giallo italiano y opera prima cinematográfica como director de Luigi Pastore, realizador televisivo especialista en Dario Argento que también firma esta cinta como productor y coguionista. La historia –en mi opinión, muy poco trabajada y presentada de una manera bastante deslavazada- nos cuenta cómo una psiquiatra anuncia a su paciente esquizofrénico que debe intensificar la terapia por lo que ha decidido solicitar su internamiento en una institución mental. A este no le hace ninguna gracia y –después de asesinarla- se dispone a continuar con lo que mejor sabe hacer. Obsesionado con la muerte, tiene la convicción de que –cómo una crisálida, de ahí el título de la película- en su vida está a punto de producirse una metamorfosis que le llevará a un estado superior en el que su deber es eliminar la podredumbre que impregna a la humanidad. Así pues, le dará por matar a un sacerdote –reminiscencias de un pasado con abusos-, a un cazador, a una prostituta... Pero cuando se encuentra con una joven a la que le encanta leer poesía, se obsesiona con la supuesta inocencia y pureza de esta. 


Amiguitos, hacer un giallo en italia es como si en España nos da por hacer una comedia ambientada en los años 40, con un soldado y una sirvienta como protagonistas, o se hace bien o se dilapida ridículamente el género patrio por excelencia. En Come una crisalide hay sangre, primeros planos de ojos, de las heridas, de la iconografía religiosa, música como un elemento más de la narración –por cierto, a cargo de Claudio Simonetti, habitual de las cintas de Argento-, pero el resultado deja mucho que desear. La cinta también es un poco surreal –por no decir confusa-, al no mostrarnos nunca la cara del asesino protagonista pero sí unas marionetas que de tanto en tanto nos dan explicaciones sobre lo que está ocurriendo. También tiene cierto humor, como que la tumba que visita el protagonista sea la del soldado Leo J. Rambo o que en el asesinato del sacerdote, su sangre salpique la pared junto un retrato de Benedicto XVI sonriendo. Pero al final, uno ha pasado poco más de una hora vindo una historia poco original, oscura, sin valores interpretativos y poco definida. En mi opinión, es más un homenaje estético que otra cosa. En ese aspecto, hubiese ayudado un poco que la fotografía se hubiese hecho algo más setentera. Total, que si os soy sincero, no es precisamente una obra recomendable si no es que sois estudiosos del giallo en todas sus variaciones. 

Y si no hace mucho, en mi reseña de otro giallo –la alemana Masks- os ofrecí un clip de Orden Ogan, la banda del autor de la música Sebastian Lvermann, en esta ocasión quiero añadir a mi reseña la interpretación de Toccata e fuga de Bach a cargo de Daemonia, la banda del mencionado Simonetti.

2 comentarios:

  1. Se agradece la pieza final. La película la borro de la lista. Si es que no hay nada como recibir buenos consejos.

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