Amiguitos, gracias a
Plixid he descubierto hoy a estos panolis de Houston llamados
Straightway, algo así como
El camino correcto. Para los que no conozcáis sus letras, no hayáis reparado en el logo con la Biblia, una espada, una cruz y unas angelicales alas blancas y no hayáis escuchado la voz tipo
Michael Sweet de su vocalista os diré que sí, que los
Straightway eran una banda a la que podemos definir como
melodic christian metal y –además- muy poco original. Porque, además de la similitud antes mencionada de la tonalidad de voz de
David Walton con la del cantante de
Stryper, no se os puede escapar que si los californianos iniciaron su carrera con un EP titulado
The yellow and black attack y convirtieron los colores amarillo y negro en el distintivo de la banda, estos
Straightway pretendían hacer lo mismo con el blanco y el negro, y este EP que os presento hoy y que llevaba por título
Black or White. Como podréis ver en el
clip que os adjunto –que lleva subtítulos en castellano-, una de las frases del tema título del EP dice que la pregunta que deberíamos hacernos es “
¿dónde pasaremos la eternidad?” Piltrafillas, no tengo ni idea de dónde la pasaré yo, pero estos tipos seguramente la pasarán en el olvido. Y me preguntaréis, “pero si son tan malos, ¿a santo de qué estás hablando de ellos?” Bueno amiguitos, ya me conocéis, desde este púlpito bloguero tan abonado al
frikismo os comento a menudo películas de serie Z que –de tan infumables- merecen ser disfrutadas. Pues lo mismo opino de este
Black or White. Si eres
metalhead y tienes predilección por los sonidos
eighties, no te puedes perder esta joya del metal melódico de serie B, la
opera prima de un grupo de músicos –se supone que ilusionados con su futuro- que se quedaron ahí, en el pasado, y dejaron como legado un álbum con muchas carencias en la producción. A las voces estaba
David Walton –que también tocaba los teclados-, a las guitarras unos tales
Mike Locke y
Doug Middleton, al bajo
Mark Walton –estoy casi seguro de que era hermano del vocalista, otro paralelismo con los chicos amarillos y negros- y a la batería
Damon Tankersley, todos ellos sin historia posterior conocida en el mundo de la música. El EP –de seis temas, como el primero de
Stryper- contenía el tema título
Black or White, el algo más “duro”
Come Back, la instrumental
Intro in C# Minor –poco más de medio minuto de una melodía al sintetizador que no es más que una simple introducción al siguiente tema-
Wounded Heart,
Christ is King –ya os digo que no, que el
King soy yo- y la prescindible y patética
Don’t Even Swerve, una especie de rap. Y nada más os puedo decir de
Straightway, aunque os recomiendo que los escuchéis, no dejan de ser parte del documento sonoro musical de una época y un estilo y –si soy sincero- musicalmente tampoco es que fuesen unos inútiles. Pero ya sabemos que –en un 90%- las carreras las construyen las discográficas, los directores artísticos, las modas y el azar.
Serán todo lo documentalmente interesantes que desee, Majestad, pero me parecen una (¿cómo era?) pinchada en un palote, y las letras son para ponerse a gomitar.
ResponderEliminarJajajajaja... no sea tan malo, hombre.
ResponderEliminar¿Qué hubiese sido de ellos si hubiesen aparecido antes que Stryper y les hubiese fichado Geffen y les hubiese puesto un buen productor y les hubiesen pulido las letras y la imagen?
Un poco "gomitivos" sí lo eran, pero -sea benévolo-, también eran personas.
Jajajaja.
Sí, parecen personas, pero fíese usted, Majestad, jaja.
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