Piltrafillas, 2 horas 36 minutos 58 segundos, eso es lo que ponía en las propiedades del archivo que contenía Zero Dark Thirty. Hay cintas que uno espera con ganas y que una vez consigue ver, da igual si duran 90 minutos o dos días, simplemente hay que disfrutarlas y punto. Luego hay otras a las que uno se enfrenta con reticencias y el que duren más de 120 minutos supone –como cantaban Pink Floyd- un ladrillo más en el muro. Pero tras leer algunas criticas alabando el trabajo de Bigelow y –sobre todo- Jessica Chastain me he decidido por mirar La noche más oscura, que como véis es –una vez más- una fiel traducción del título original. Ironía. Dirigida, escrita y producida por el oscarizado tándem Bigelow-Boal, el argumento de Zero Dark Thirty es el de la historia de Maya, una agente de la CIA involucrada en los interrogatorios a miembros de Al Qaeda que se obsesiona con localizar al número uno de la organización terrorista -el escondido Ossama Bin Laden- desde su primera intervención en un centro secreto de detención hasta la supervisión del operativo en el transcurso del cual un comando de Navy SEAL lo elimina. Y es que eso es lo que tiene esta película, que en esta historia conocemos prólogo y epílogo, e incluso lo que va en medio y eso es un handicap, sin duda, a la hora de llamar nuestra atención. Sin embargo, el objetivo era contar el desarrollo de la historia como si se tratase de un documental, novelándolo de una manera verosímil y con personajes creíbles, y eso es algo que en mi opinión ha conseguido Bigelow.
Debo admitir que el inicio de la cinta, en negro, con sonidos de las grabaciones de algunas víctimas del 11-S, es efectivo. Pero también tramposo. Esas voces de seres humanos despidiéndose antes de morir nos ponen rápidamente en un lado de la balanza, o sea, contra el tipo que ordenó la masacre, y no nos deja opción alguna de empatizar con sus acólitos. La película –que es larga pero no se me ha hecho larga- se inicia con la agente Maya, al parecer un cerebrito de los despachos de Langley, tomando contacto con la realidad del trabajo de campo, semioculta, en segundo plano, sin poder ocultar su pavor ante lo que está viendo pero forzándose a seguir con entereza los violentos interrogatorios a un sospechoso. Sin embargo amiguitos, antes de que llevemos una hora de metraje, Maya se habrá convertido en una implacable agente más. En ese sentido, más que documentar la búsqueda de Ossama Bin Laden –que también- lo que
Zero Dark Thirty nos muestra es la evolución del personaje de
Jessica Chastain, la fortaleza y determinación que la aparentemente débil agente demuestra a lo largo de todos esos años tras la pista del hombre más buscado de la Tierra. La investigación es dura, los métodos inhumanos y sin embargo como espectador no tengo ningún problema moral en que se torture a terroristas o a los que los apoyan para conseguir salvar vidas humanas inocentes. El problema –creo que parte del objetivo de la cinta es crear un debate sobre ello- es ¿a cuantos inocentes se tortura por error? ¿es un porcentaje aceptable? En fin, poco más hay que decir. Esa es la cinta, simple en apariencia pero más compleja en capas inferiores. No entraré a valorar la verdadera historia de Ossama, su posición económica holgada, el hecho de que no dejaba de ser un loco peligroso al que la CIA entrenó y financió en los 80, las teorías de la conspiración relacionadas con los atentados del 11-S, la conexión familiar con Bush Senior, así como la –conveniente- desaparición del cuerpo de Bin Laden tras su asesinato, que no haya pruebas del fallecimiento –la foto que se repartió internacionalemnte se aceptó más tarde que era falsa-, etcétera. Quizás de aquí a muchos años sepamos la verdad. Pero lo cierto es que estamos ante una película muy interesante. Y sí,
Chastain está fantástica como
motherfucker –no lo digo yo, lo dice su personaje- de la CIA. El guión es muy bueno, el resto de intérpretes cumplen a la perfección, la música también es genial... en definitiva, más que recomendada.
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