viernes, 22 de febrero de 2013

Aaaaargh!


Sí amiguitos, ese es mi alarido de angustia, un grito provocado por la incertidumbre y el nerviosismo, una mueca histérica que precede a la jornada de mañana, el sábado en el que se ha programado la habitual asamblea de órganos de gobierno de mi empresa. Si visitáis mis entradas de los años anteriores, veréis que cada mes de febrero, más o menos por estas fechas, tiene lugar dicha reunión a la que asisten delegados de todo el país. Pero la de mañana es especial. Llevamos unos años mareando la perdiz con planes estratégicos, cambios de organización, alternando momentos de miedo y meses de calma... pero la que se prepara se prevé de las gordas. ¿Quién sabe?, a lo mejor todo queda en agua de borrajas, pero tiene toda la pinta –y espero equivocarme- que será de aquellas asambleas –en más de veinte años ya he vivido un par- que se inician antes del desayuno y finalizan cuando se pone el sol. Y es que, aunque la junta directiva de la entidad nunca ha sido una piña –siempre hay quien no puede ni ver a fulanito o quien detesta a menganito-, como ya os he contado en este blog, no hace mucho se han producido en su seno dimisiones sonadas –la del presidente entre ellas- lo que ha provocado luchas intestinas y movimientos guerrilleros entre una parte de los delegados que intentan torpedear la labor del vicepresidente que se ha autoerigido en presidente interino. Si sumamos los intereses torticeros de ciertas facciones, alianzas por las esquinas y disparos de mortero desde diversas direcciones, el panorama es de todo menos alentador. Por otra parte, mi empresa depende de un patrocinador, un hermano mayor que aporta buena parte del presupuesto y que tiene unas ideas claras de lo que debería ser el futuro de la entidad, un futuro al que algunos directivos parecen no querer dirigirse. Así pues, bajo ese Olimpo en el que los dioses luchan lanzándose rayos y truenos, estamos los curritos, pretendiendo seguir con nuestra faena diaria, esquivando como podemos las chispas, los cascotes y el aguacero, intentando no enfadar a los actuales directivos pero tampoco convertirnos en serviles instrumentos de sus deseos, no sea que alcance el poder una facción enemiga y nos acuse de colaboracionismo. Total piltrafillas, que estoy cagao. No creo que mañana esté en juego mi futuro inmediato en la empresa, pero sí lo está la construcción del camino que a corto o medio plazo deberá conducirme junto a mis compañeros a un futuro medianamente tranquilo o a la debacle más absoluta, léase cola del paro. Y además, mañana es 23-F. No debería extrañaros que ni Sambuelli pueda sosegar mi estrés.

4 comentarios:

  1. Vaya panorama que has dibujado así en gruesos trazos: No me gustaría estar en tu pellejo, aunque conociéndote, sé que sabrás salir ileso esquivando los pepinazos con que se torpedeen los altos cargos. Tendrás que medir los gestos y las palabras y hacerte valer como buen King Piltrafilla. Ánimo (cagao, dice, jaja).

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  2. Eso es lo malo, que entre mis defectos está que -en ocasiones- no suelo medir las palabras. De momento en los últimos cuatro años han echado a seis y yo sigo ahí. Pero... nunca se sabe. En fin. Mañana pringada enorme. Qué asco de finde.

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  3. Suerte, majestad. Con dos bemoles, ya sabe.

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  4. Suerte, qué no sea nada..tiempos difíciles los que nos está tocando vivir..puta mierda!!

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