Os traigo hoy al Ford Anglia, un pequeño utilitario de la filial británica de Ford que se produjo en varias versiones desde su lanzamiento en 1939 –justo al iniciarse la Segunda Guerra Mundial- hasta el cese de la producción en el glorioso año de 1967. El que hoy me ocupa es el último de la saga, el 105E de 1959, con parrilla cromada, frontal de inspiración norteamericana, caja de cambios de cuatro velocidades y una luneta trasera que recuerda la del Citroën Ami. Sin embargo, la razón por la que me he decidido a hablaros de este vehículo es que los seguidores de las películas de la saga Harry Potter –de las que, sin embargo, no soy nada amante- lo reconoceréis como el coche que Arthur Weasley dotó de la capacidad de volar y hacerse invisible. Como anécdota, os diré que el 105E fue tomado como base por Ford Italia para diseñar su pequeño Ford Anglia Torino, un automóvil de breve historia.
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