Después de disfrutar no hace demasiados meses con el documental Lemmy, estos días le ha tocado a God Bless Ozzy Osbourne, una película documental dirigida por Mike Fleiss y Mike Piscitelli y coproducida por uno de los hijos del artista, Jack, a quien conocerán los que hayan visto los episodios del reality The Osbournes. Se trata de un documental que no es sólo un repaso la vida de Ozzy, sino que al contar con su beneplácito y participación, nos muestra una aproximación en primera persona a la vida del músico, desde la vertiente profesional, personal y familiar, relatándonos sus éxitos y alegrías pero también sus fracasos, miserias y múltiples errores cometidos, desde su paso por prisión como adolescente problemático y los inicios en Black Sabbath hasta su posición actual de estrella millonaria recibida por presidentes y reyes (en realidad la Reina de Inglaterra, lo que ya es demasiado para un tipo que en una ocasión esnifó su orina o decapitó a una paloma a bocados). En ese sentido creo que estamos ante un retrato honesto, alejado de los excesos guionizados de la mencionada serie de televisión. Este es Ozzy.
Poco más puedo decir a los fans del mad man sobre lo que encontrarán en esta interesante película: un montón de fotografías, de tomas de conciertos, de material de televisión, mucha música, entrevistas a amigos y familiares, el propio artista relatando su vida... el complemento perfecto en imagen y sonido para la biografía I am Ozzy –que devoré a principios de año y os recomiendo- y un documental con el que los seguidores de esta leyenda de la música del siglo XX disfrutaréis una vez más. Y aquellos que sólo conozcan su faceta de protagonista de reality y le tengan por un payaso decrépito no encontrarán ningun atractivo en God Bless Ozzy Osbourne, pero es que ni este documental ni mi entrada están dedicados a vosotros, pedazo de lerdos. Así que si estais en el segundo caso y habéis caido aquí por casualidad, olvidadme e iros a escuchar al puto Pitbull.
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