Para terminar por hoy, me avanzo una vez más a la cartelera comentando una cinta que aún no ha llegado a nuestras pantallas. Esta vez se trata de Get the gringo, protagonizada por Mel Gibson. El argumento de la película nos cuenta -con humor, acción y una más que aceptable interpretación de Gibson en un papel a su medida- la historia de un atracador norteamericano al que internan en un penal mexicano y las artimañas que este tendrá que poner en práctica para sobrevivir en un entorno de violencia, droga y corrupción generalizada. Para ello contará con la ayuda de un crío de diez años al que el mafioso de la prisión protege con oscuras intenciones. Amiguitos, ambientada en la superpoblada prisión de El pueblito –un complejo habilitado para poco más de 2.000 reos en el que se amontonaban casi 7.000 en un entorno dominado por los asesinatos, el tráfico de drogas y de privilegios- en los días previos a la toma de este por parte del ejército y la Policia Federal Preventiva el 20 de agosto de 2002, la película supone un ameno divertimento estival que por desgracia me parece que pasará directamente al mercado del DVD. No divulgo nada nuevo si os digo que hace un tiempo que Mel Gibson ha caído en desgracia.
De hecho, Gibson es coproductor y coguionista de este film pero no el director –las labores de realización recaen en Adrian Grünberg-, aunque no se os debe escapar que este tipo fue asistente principal de dirección en Apocalypto. Blanco y en botella. Y es que tras sus múltiples declaraciones antisemitas y homófobas, sus estallidos de violencia ampliamente documentados y sus problemas graves con el alcohol, Gibson es algo así como veneno para la taquilla, algo del todo injusto ya que su valía personal no debería afectar a la manera en que podemos juzgar sus películas. En mi opinión Get the gringo es muy recomendable para pasar una entretenida tarde de verano en el sofá de casa con una copita de ron –la opción del cine con aire acondicionado y palomitas parece que no se va a dar- o un cubata bien frío y unos cacahuetes. Recomiendo verla en versión original subtitulada, disfrutando de diálogos con mexicanos hablando español, mexicanos hablando inglés con acento, el gringo hablando inglés y el gringo hablando español con acento inglés. Gran descubrimiento el tal Kevin Hernández y un final buenísimo. Una película de la que esperaba bien poco –la he tenido bastante tiempo en la recámara- y que me ha dejado buen sabor de boca y una gran sonrisa en la cara.
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