Ahora toca que os hable de El páramo, una coproducción colombiano-hispano-argentina del género terror psicológico en entorno bélico, que no sé si realmente es un género pero que define el marco en el que se desarrolla el argumento de la cinta. En ella, unos soldados son enviados a un páramo en el que hay una base de comunicaciones con la que se ha perdido el contacto y que se teme que haya sufrido un ataque de las FARC. Sólo llegar a la zona – un lugar inhóspito enfangado y envuelta en la niebla- se produce un accidente que agrava aún más la tensión a la que el escuadrón se ve sometido. La situación se hace insostenible cuando –sin encontrar a sus compañeros y totalmente incomunicados-, los soldados se encuentran con abundante sangre manchando el interior de las instalaciones, extraños conjuros para espantar al diablo y a una mujer desconocida a la que se ha atado y emparedado en vida.
La verdad es que la historia que cuenta El páramo como tal no me ha parecido demasiado original, pero debo deciros que el realizador –el colombiano Jaime Osorio Márquez- comunica magistralmente la atmósfera de tensión que se respira durante el metraje. Por otra parte, no queda demasiado bien retratado un ejército que parece formado por desequilibrados al borde de enloquecer en cada nueva situación inesperada. En ese sentido, si la defensa de un país consiste en dar armas a jóvenes trastornados de esa calaña estamos aviados. Total, que pese a no ser una gran película –y tener un desenlace poco claro-, El páramo es un producto de factura correcta que distrae aceptablemente sin la necesidad de explosiones y efectos especiales, pero que no creo que pase a la historia del cine de terror.
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