sábado, 31 de diciembre de 2011

Maya De Forest


Y termino el año con la canadiense Maya De Forest, diseñadora gráfica y fotógrafa de Winnipeg que sin ser impresionante, es lo suficientemente interesante para que le dedique un espacio a la vez que os deseo un 2012 lo menos devastador posible y –sobre todo- con salud. Saldremos de esta amiguitos… ¿no es así?

viernes, 30 de diciembre de 2011

Nicola Del Vigo


Dedico el último viernes del año a uno de esos artistas que me llaman la atención pero de los que soy incapaz de encontrar información alguna, esta vez en la persona del pintor e ilustrador italiano Nicola Del Vigo, autor de una obra basada en la manipulación y coloreado de fotografías así como en la utilización de las mismas en collages.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Megan Cullen


Amiguitos, me ha gustado mucho la frescura y variedad de temas de Megan Cullen, una australiana establecida en Berlín desde hace años que ha trabajado para firmas como Sony BMG, Tiger Beer o Qantas y ha publicado sus obras en editoriales diversos para las páginas de Hamburger Eyes, Clash, Nylon, Harper’s Bazaar o Rolling Stone.

Iñaki Urdangarín


Hace unos días ya os hablé de Iñaki Urdangarín y de los hechos en los que el Instituto Nóos está involucrado, por lo que hoy no volveré sobre lo mismo. Alguno de vosotros, piltrafillas, llegó a decir que había que tener en consideración la presunta inocencia de este tipo y no hacer caso a las informaciones tendenciosas de la derecha mediática, como si yo me fiase de lo que dicen El Mundo y sus similares. Lo que pasa es que hay cosas que se saben, y en Barcelona la rumorología hacía mucho tiempo que se había puesto en marcha. Así pues, hoy –finalmente- el Duque de Palma ha sido imputado por el juez que instruye su caso en el marco de la operación Babel. Dejando a un lado que todo este escándalo que recientemente ha saltado a la opinión pública mayoritaria hace cinco años que era un secreto a voces en determinados ambientes –de hecho propició que la Casa del Rey obligase al ex-deportista a exiliarse a Washington escondiendo sus actos, por lo que tampoco es que la Corona haya hecho mucho por desenmascarar al yernísimo delincuente-, lo que muchos nos preguntamos es si la Ley caerá de la misma manera sobre la Infanta Cristina cuando esta también estaba metida en Nóos y es copropietaria de la consultora y promotora inmobiliaria Aizoon, a la que a lo largo de estos años se desviaron varios millones de euros y que –de hecho- tenía su sede social en el domicilio familiar barcelonés en Pedralbes. ¿Qué dirán ahora, que la pobre chica no sabía nada?¿servirá esta presunta ocultación de actividades –no se lo cree nadie- como excusa para interponer demanda de divorcio? Ignoro si este hombre pagará por sus presuntos delitos y tengo poca confianza en que lo haga Cristina de Borbón, sin embargo doy casi por seguro que Iñaki Urdangarín va a ser apartado de la familia de manera definitiva a medio plazo. Y con Marichalar y el vasco fuera de juego, en esta familia podremos decir que la supuesta contienda Letizia-Cuñadas se habrá resuelto con un 2-0 incuestionable. Time will tell.

Mountain


Piltrafillas, aún no la tengo –eso sí, ya la he pagado- pero esta va a ser mi nueva máquina, la herramienta gracias a la cual –entre otras cosas- voy a poder cumplir con mi diaria cita con vosotros de una manera más dedicada que en la que últimamente me veo obligado. Se trata de un Mountain con un i5 2300 montado en una Asus P8Z68 vgen 3 con gráfica GTX550 Ti, en fin nada del otro mundo, pero evidentemente muy por encima del obsoleto m7770 de HP que hasta hace muy poco me ha dado servicio de manera honorable y abnegada.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Cabezas de Hidra – Capítulo sexto (III)


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Durante los días que se sucedieron, los dos se dedicaron a recorrer juntos la capital. Visitaron Shibuya, un barrio de moda, lleno de grandes almacenes y locales de diversión, y en donde Anna se fotografió junto a la estatua del perro Hachiko, punto de encuentro por antonomasia para los toquiotas. Visitaron los exteriores del Palacio Imperial, por donde pasearon bordeando sus canales. Compraron varios CD en el establecimiento de Tower Records del distrito de Ikebukuro, curiosearon en el World Import Mart del complejo comercial de Sunshine City, se perdieron por las intrincadas callejas que rodean el parque de Toyama, y se atiborraron de bebidas refrescantes adquiridas en los numerosos puestos automáticos de venta a pie de calle. No podían ser más felices, pero durante esos días no tuvieron más contacto físico que los consabidos arrumacos y besos. Anna no hizo nada en ningún momento por, digámoslo así, conocer la habitación de Gerard. Y éste tampoco pidió conocer la suya.

No obstante, y tal como Gerard había proyectado, al finalizar la semana se trasladó a Kyoto, y Anna le acompañó. Sus días en la antigua capital del país siguieron la misma tónica que los pasados en Tokio, y fueron afrontados con una total despreocupación. Sin embargo, la relación sufrió una variación importante. Sorprendiendo a Gerard, Anna insistió en reservar una única habitación en el hotel New Miyako.





El primer día en la ciudad, temprano, visitaron Sanjusangendo y el templo Kiyomizu, al este de la ciudad, desde donde admiraron la preciosa vista que se les ofrecía desde su imponente terraza. Al mediodía pasearon por el recinto del Otani Honbyio, y se adentraron en Gion, el mundialmente conocido barrio de las geisha. Por la tarde entraron en el Kyoto Handicraft Center y luego, ya de regreso al hotel, dieron un paseo hasta el templo Toji. Al anochecer, antes de retirarse, compraron cena en uno de los numerosos y reducidos restaurantes de la planta baja de la estación central del ferrocarril. Mientras aguardaban a que les sirviesen su pedido disfrutaron de sendos vasos de agua fresca. Se llevaron lomo agridulce con guarnición de verdura, gambas a la parrilla, pollo empanado, arroz, ensalada, galletas de coco y pastelitos de frutos secos.

Ya en la habitación, disfrutaron de un baño relajante. La primera en tomarlo fue Anna. Más tarde, cuando Gerard salió del baño envuelto en su albornoz, se encontró con una escena que había imaginado muchas veces, y con varias variaciones, desde aquella primera conversación con Anna en el autobús del aeropuerto. Sobre la moqueta, en el centro de la habitación, había una manta extendida. Encima de ésta, Anna había dispuesto las viandas recién compradas, dos platos, dos vasos y cubiertos que había adquirido en Tokio para la ocasión. En una pequeña jarrita de cerámica dispuesta en el centro, quemaba una vela. No se trataba de un menú extraordinario, pero era bastante completo, había comida en cantidad y les había resultado aceptablemente bien de precio. No obstante, eso no tenía excesiva importancia para la pareja. La cena no era más que un bonito detalle, un prefacio para lo que realmente debía hacerles recordar esa noche como algo especial en sus vidas. Los dos enamorados cenaron despacio, entre sonrisas y frases pronunciadas en voz baja, acompañados por la música de Charles Aznavour, lo más romántico que Gerard pudo encontrar sintonizando los canales del hilo musical. Cuando apuraron el último trago de cerveza Kirin, Anna se levantó. Encendió una nueva vela y comenzó a desnudarse poco a poco, dejando que la parpadeante luz de las candelas arrancase destellos anaranjados de su cuerpo sedoso y dibujase sobre su piel sugerentes sombras.
Gerard, observando como Anna se tumbaba sobre la cama y abría sus piernas apuntando con ellas hacia el techo ofreciéndole su sexo, se incorporó y comenzó a deshacerse torpemente del albornoz. Cuando se desnudó, avanzó hacia ella totalmente excitado, notando la sangre palpitando en su verga erecta, y dispuesto a hundirse en las entrañas de su amada. Pero poco antes de ni tan siquiera intentarlo, un chorro de semen escapó de su pene y fue a estrellarse contra la colcha, a pocos centímetros de los muslos de Anna. De inmediato advirtió con rabia que solo existía un apelativo para designar lo que colgaba entre sus piernas; flaccidez. Anna, entonces, no pudo reprimir la risa, una risa, no obstante, exenta de burla o reproche alguno. Gerard, por el contrario, se sonrojó como nunca antes, tanto que sus mejillas brillaban en la penumbra. Se sentía ridículo a más no poder. Se sentó al borde de la cama, sin poder hablar ni mirar a los ojos de Anna, y dejó que ésta le abrazase y le dedicase palabras de consuelo restando importancia a tan inoportuna disfunción.

- A veces pasa -dijo sin parar de reír.
Pero a Gerard no le hacía ninguna gracia. Se levantó, apagó las velas y se dirigió al baño para lavarse. Cuando volvió a la cama, se acurrucó junto a Anna, pero siguió siendo incapaz de dirigirle la palabra. Le costó dormirse, pero al final la tensión, el cansancio, y las caricias de Anna, pudieron con él. Cuando Anna oyó que roncaba, le besó en la mejilla y se dispuso a dormir. Por primera vez en su vida sentía que se había enamorado de verdad. Era una tontería, pues, conceder demasiada importancia a un episodio que, sin duda, no era más que una manifestación de la ansiedad del momento. Ya existirían más ocasiones para disfrutar del sexo con Gerard. No tenía intención de dejar escapar a aquel hombre que, azorado, dormía junto a ella.

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Al día siguiente visitaron los templos de Nishi e Higashi-Honganji, en donde admiraron una exposición de crisantemos. Recorrieron Gojo-dori y se dirigieron con paso despreocupado hacia las afueras del oeste de la ciudad. Querían visitar koke-dera, el templo del musgo. Pero, cuando llevaban varias horas caminando y llegaron a la verja que lo rodeaba, descubrieron un letrero que les hizo ver que la visita debía ser concertada con cinco días de antelación. Este control y reducción del número de visitantes era la única solución, al parecer, para preservar aquello que caracterizaba al templo y que corría el riesgo de desaparecer ; el musgo. Lejos de sentirse tristes o enfadados, puesto que el paseo ya había valido la pena, aprovecharon para entrar en el pequeño templo anexo de Suzumushi.

El resto del día lo ocuparon en regresar al hotel dando mil rodeos por las pequeñas callejas de los arrabales de la ciudad, comiendo en puestos ambulantes y orientándose sin echar ni un vistazo al mapa. Cuando, al fin, llegaron a su habitación, tomaron el acostumbrado baño. Al anochecer, se vistieron de nuevo y se encaminaron cruzando la calle hacia los niveles subterráneos del complejo laberinto que constituía los bajos de la estación central del ferrocarril. Pasillos concurridos y animados comunicaban restaurantes, tiendas de moda, de música, y los accesos al Metro. La pareja comió carne canadiense, o al menos eso era lo que decía la carta del menú, acompañada por arroz y ensalada. De postre tomaron helado de alubia roja. Después de cenar, tras un corto paseo por los alrededores para favorecer la digestión, volvieron al hotel. No era excesivamente tarde, pero las caminatas a las que se sometían a diario hacían que la necesidad de descanso nocturno no pudiese postergarse más allá de las nueve o, como mucho, las diez de la noche. Sin embargo, y para especial satisfacción de Gerard, esa noche no vería peligrar su hombría. Antes de rendirse al sueño, la pareja aún fue capaz de hacer el amor frenéticamente.

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El tercer día, aunque el avance meteorológico había pronosticado la llegada a Japón de una borrasca procedente de Corea, el cielo amaneció despejado y azul. Era el día indicado para visitar el Kinkakuji, cosa que se dedicaron a hacer a primera hora de la mañana. Luego visitaron el templo Ryoanji, en donde admiraron su mundialmente conocido jardín de grava, uno de los máximos exponentes del budismo zen. Más tarde, casi al mediodía, se dirigieron hacia el norte para hacerse una foto con la cumbre del monte Daimonji como telón de fondo, y entrar en el interior del antiguo Palacio Imperial, de cuando Kyoto se llamaba Heian y era la capital del país. Antes de regresar al hotel con una antelación poco habitual, adquirieron algunos regalos para sus familiares y amigos en una nueva visita al Kyoto Handicraft Center.
Dejaron sus compras en la habitación y bajaron al restaurante, en donde comieron una generosa ración de Sukiyaki, tanto que ya no fueron capaces de comer nada más. Luego, antes de descansar de cara al largo viaje de regreso a Barcelona, hicieron el amor bajo una ducha caliente.

Minutos después de las cinco de la madrugada, bajo un cielo negro y, esta vez sí, una intensa y molesta lluvia, la pareja cruzó con paso acelerado los escasos cuarenta metros que separaban la entrada al vestíbulo del hotel de las escaleras de acceso a las vías de la línea de shinkansen. Cuando llegaron, el andén estaba desierto y los quioscos de prensa aún no habían abierto. Gerard y Anna se sentaron en un banco y se abrazaron fuertemente. Las maravillosas vacaciones que habían disfrutado tocaban a su fin.

Después de su regreso a Barcelona, continuaron viéndose con regularidad y, finalmente, tras ocho meses de preparativos, Anna y Gerard contrajeron matrimonio.

martes, 27 de diciembre de 2011

Navidad en familia


Hola piltrafillas, ya estoy de regreso –sin ordenador pero habiendo realizado ya el pedido de uno nuevo- tras mis acostumbrados días navideños rodeado de la familia de mi esposa. Así es amiguitos. Como los habituales de este espacio ya sabréis, cada año por estas fechas y en un número de días variable según cómo caigan los festivos en relación al fin de semana más próximo, mi mujer y mi hija nos reunimos con suegra, cuñados, cuñadas, sobrinos y sobrinas en alguna masía o similar –en un par de ocasiones estuvimos incluso en un pequeño castillo del Solsonés, y es que el grupo familiar ronda los veinticinco habiendo llegado una vez a la treintena- para disfrutar de la compañía mutua así como del entorno y los servicios que el alojamiento ofrezca. Excursiones diversas, caballos, paseos en bicicleta o en piragua por el río, jacuzzi, nieve, billar, futbolines, ping-pong... de todo eso y más ha habido durante estos años en nuestras reuniones a lo largo de diferentes localidades –algunas con repetición- de la geografía catalana. Y es que nosotros lo celebramos todo, tanto la Nochebuena –que no es tan tradicional en Catalunya- como Navidad y el posterior San Esteban. Por eso estos días he tenido mucho amor, muchas risas, mucho relax –mis cuñados me critican lo poco que hago en las casas- pero sobre todo me he dedicado a comer y beber en exceso. Sin embargo no os contaría demasiado sobre el particular si no fuese porque cada año estos días me sirven como excusa para tomar unas cuantas fotografías fuera de mi ámbito cotidiano. Así que, ya os lo anuncio amiguitos, en breve –si las carencias informáticas me lo permiten-, os mostraré mi selección de imágenes de estas navidades en las que –como es habitual- no encontraréis las típicas instantáneas de familia. Esas se las dejo a mi señora.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Ian Lemmy Kilmister


Sí amiguitos, en un día como hoy os traigo esta entrada en honor de Mr. Ian Lemmy Kilmister. Ni portal de Belén, ni Charles Dickens, ni luces de Navidad... hoy es Nochebuena y el fundador de Motörhead cumple 66 añitos. A la edad en que muchos se dedican a mirar a los obreros, dar de comer a las palomas o babear en una infame residencia para la tercera edad, este tipo desayuna Jack Daniel’s y patea culos desde los escenarios de medio mundo. Larga vida a Lemmy, leyenda viva del rock’n roll. Y esta noche a comer hasta reventar y beber hasta el coma etílico, tradiciones que reflejan la carencia de espiritualidad de la celebración actual de una efeméride que –seamos ateos o creyentes- la mayoría conmemoramos aborregados con un ánimo muy alejado de su razón de ser original. Triste, muy triste piltrafillas.

viernes, 23 de diciembre de 2011

jueves, 22 de diciembre de 2011

Verano austral


Pues bien piltrafillas, para algunos de los lectores del blog hoy llega el invierno aunque no es menos verdad que para otros ya es verano. Y es cierto que –al ser este que escribe un habitante del hemisferio norte-, los cambios de estación en este blog generalmente acostumbran a ser los que a mi me afectan, pero si consultáis Diciembres pasados veréis que también me he acordado del verano austral. Sin embargo, en esta ocasión y sin que sirva de precedente, quiero dar la bienvenida al invrano. Una manera como otra –algo estúpida, soy consciente- de saludar de una vez al amplio e internacional abanico de lectores de este espacio, que no es demasiado numeroso –ni participativo- pero es bastante fiel, a tenor de las estadísticas de acceso. Merry Christmas and thanks for being here.

Tesla



Cada vez más cerca de la Navidad y acusando la falta de material dedicado a pintores o fotógrafos debido a motivos ya conocidos por todos vosotros relacionados por la defunción de mi HP, comienzo el día con los californianos Tesla -una de mis bandas favoritas de finales de los 80-, y lo hago por partida doble con un par de vídeos. El primero es el clip oficial de Hang Tough, uno de los temas de su segundo álbum, el gran The Great Radio Controversy del 89, y el segundo corresponde a una actuación de 2008 año tocando el arrollador –joder, la de veces que pinché esta canción- Modern Day Cowboy, de su debut de 1986 Mechanical Resonance. Como podéis observar, por el camino desde entonces nos encontramos veinticinco años después con Dave Rude en el lugar del original Tommy Skeoch y con un Brian Wheat algo perjudicado al bajo. Pero que eso no os distraiga amiguitos, Tesla son verdaderamente imprescindibles en la historia del hard rock.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Cleo Sullivan Re-visited


Regresa por tercera vez desde un lejano 02.09.08 y un algo más reciente 18.02.10 la neoyorquina Cleo Sullivan. Y es que está visto que cada vez que caigo en su página no puedo evitar la necesidad de compartir con vosotros algunas de sus bellas imágenes.

Día Mundial de la Televisión


Así es piltrafillas, desde 1996 y por proclamación de la Asamblea General de las Naciones Unidas, hoy celebramos el Día Mundial de la Televisión. En teoría esto debe servir para el intercambio entre naciones de programas que fomenten el desarrollo económico, la seguridad y la cultura. Digo yo que España enviará programas como Sálvame, La Noria, Tú sí que vales, Gran Hermano... o el remake de Cheers.