Y ya que he comenzado con bizarradas niponas, he pensado que un buen colofón cinematográfico para el fin de semana podía ser Erotibot, una producción de reciente estreno que se engloba en el género pinku eiga -es decir una cinta softcore- con ligeras pinceladas gore hacia el final de la película. La historia que cuenta Erotibot es la de Tamayo, la hija del rico Sahei Nekogami –dueño de un imperio empresarial- que está hospitalizado tras un derrame cerebral. A la joven Tamayo la protegen tres androides. El primero –Suketomo- es un hábil y apuesto robot que domina cualquier disciplina, y el segundo –Suketake- es una máquina con fuerza sobrehumana. A los 18 años, su padre le regaló un tercero, el inútil Sukekiyo que no hace nada bien y al que los otros dos tratan con desprecio. Cuando la nieta del señor Nekogami –la celosa Tsukiko que odia a Tamayo- descubre que la heredera universal de la fortuna de su abuelo es Tamayo, pone en marcha un plan para deshacerse de ella. Como podéis imaginar, al final será el torpe Sukekiyo el que tendrá en sus manos el destino de su ama.
Piltrafillas, con unos efectos visuales de baratillo y unas interpretaciones de pena, Erotibot es una cinta erótica con algo de sangre que como principal –y único- aliciente tiene el contar con la presencia de AV idols –es decir, actrices porno- de la talla de la reputada Maria Ozawa, que será muy buena en lo suyo pero que como intérprete convencional deja bastante que desear. El guión es de lo más cutre, las escenas eróticas no tienen ni un ápice de elegancia, los diálogos no hacen gracia –más bien todo lo contrario- y la verdad es que si quiero que toméis en serio mis reseñas no os puedo mentir cuando me encuentro con subproductos de serie Z como este, aptos únicamente para completistas de lo friki y curiosos por conocer un ejemplo del peor cine pinku que se hace en la actualidad en Japón. Si no estáis en ese grupo, buscad otro título con el que pasar la tarde.
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