domingo, 18 de septiembre de 2011

Red, White and Blue


Y la última que he visto es Red, White and Blue, una cinta norteamericana descubierta en casa de El Cabrero que llamó mi atención aunque a él no le gustó demasiado. Os diré que a mi me ha gustado bastante. La película comienza con retazos de la vida de Érica –una convincente Amanda Fuller-, una joven promíscua que tan pronto se lo monta con tres tipos a los que conoce en un bar como con un chico negro que pretende pasar la noche con ella. Sin embargo Érica le deja claro que nunca duerme con los hombres con los que folla, ni se enamora de ellos... ni vuelve a verlos una segunda vez. Cuando su casera amenaza con echarla, otro de los inquilinos de la pensión –un psicópata veterano de Irak llamado Nate interpretado por Noah Taylor- le consigue un trabajo en el almacén de materiales de construcción en el que trabaja. Allí, ella se lo monta con todos los empleados menos con Nate... porque Érica tampoco se lo hace con los amigos. Y ese es el principio de la película, el día a día Érica con sus botas blancas y sus shorts ajustados y el bueno de Nate enamorado en silencio de ella, media hora de película que transcurre de una manera lenta en medio de una atmósfera opresiva que –os lo aviso- es el preludio de una historia impactante y perturbadora.


Amiguitos, Red, White and Blue no enseña sus cartas hasta bien entrado el metraje –aunque los habituales del género seguro que os imagináis como va a acabar todo-, por lo que prefiero no explicaros demasiado. De hecho, no os puedo ni contar lo que anuncia la sinopsis de la película –que recomiendo que no leáis-, una porción de argumento que tiene tan poco que ver con la presentación de la historia que le hace a uno estar expectante para ver si se ha equivocado de cinta pero que desvela un importante detalle argumental. Y es que el desenlace se precipita cuado entra en escena un tal Franki, un tipo que quiere convertirse en estrella del rock y que cuida de su madre enferma de cáncer, que hará un importante descubrimiento en relación a su persona. A partir de ese momento el ritmo comienza a acelerarse y Red, White and Blue se convierte en una película violenta, inquietante y extrañamente poética dentro de su crudeza, que en su recta final no defraudará a los amantes de las emociones fuertes. Yo la recomiendo.

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