domingo, 4 de septiembre de 2011

El discurso del Rey


No sé si ha sido a causa de mi reciente viaje a tierras británicas o porque mi esposa la quería ver y yo no tenía nada mejor que hacer, pero mi siguiente reseña se la voy a dedicar a la multigalardonada El discurso del Rey, una película que pese a las buenas críticas cosechadas no tenía yo entre mis objetivos. La cinta –que está basada en hechos reales- nos cuenta como un terapeuta australiano especializado en problemas del habla ayuda al rey George VI -aquejado de tartamudez- a ser capaz de pronunciar un discurso a la nación. Como se trata de unos hechos relativamente recientes, creo que no está de más hacer un pequeño resumen de los aspectos históricos de la trama. En 1936, al fallecer George V, su primogénito Edward se convierte en monarca como Edward VIII. Sin embargo debe abdicar inesperadamente a causa de presiones políticas al no estar dispuesto a renunciar al amor de la norteamericana Wallis Simpson –divorciada en dos ocasiones-, lo que provoca que su hermano menor Albert, oficial de la Marina aquejado de tartamudez, se convierta en el nuevo Rey de Inglaterra como George VI. Sin embargo, el pueblo desconfía de alguien que no sabe hablar en público y se ha mantenido siempre a la sombra de su hermano. Cuando Inglaterra declara la guerra a Alemania, George se ve obligado a dirigirse a una nación temerosa con el fin de demostrar fortaleza y solicitar de sus súbditos resignación y coraje. Evidentemente, por los problemas de dicción ya mencionados, la tarea será complicada.


En fin amiguitos, que la película no tiene ni acción, ni intriga, ni sangre... ni aparecen cuerpos desnudos, pero si os gusta el buen cine –quizás sería mejor decir las buenas interpretaciones- os hará pasar un buen rato. El discurso del Rey es el duelo interpretativo entre Lionel y Bertie –Geoffrey Rush y Colin Firth-, el uno australiano y un poco alejado del sentimiento clasista británico, quien tiene como norma tratar a todos sus pacientes sin excepción como iguales, y el otro un príncipe tan acostumbrado al trato de alteza real como a la falta de afecto desde la cuna, con sus limitaciones, temores y traumas pero con una gran voluntad apoyada sin duda en su amante esposa. La fotografía es preciosa y hay profusión de grandes angulares y primeros planos que a mi juicio la hacen muy atractiva y original. El tema de Wallis Simpson se toca algo de pasada, aunque quiero mencionar que cuando yo era pequeño se contaba que Edward había renuncido al trono por amor como algo digno de cuento de hadas y aquí se nos presenta como alguien irresponsable, encoñado y con la sospecha del colaboracionismo flonazi flotando sobre él. En el aspecto puramente cinematográfico hay que decir que Colin Firth en su papel de Duque de York y posterior monarca ganó el Globo de Oro, el BAFTA y el Oscar mientras que Geoffrey Rush –también uno de los productores ejecutivos de la película- se llevó el BAFTA en su papel de actor shakesperiano metido a logopeda. Muy recomendada, os lo digo yo, sobre todo si la podéis disfrutar en versión original.

3 comentarios:

  1. Tengo que decir que me aburrió esta peli. No lo pude evitar.
    Salus.

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  2. Caramba, pues para mi fue una agradable sorpresa. Pero ya se sabe que para gustos...

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  3. Gran película, si señor. La disfruté.

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