La novia ensangrentada

Y para terminar os hablaré de La novia ensangrentada, una cinta española de terror de 1972 escrita y dirigida por el realizador barcelonés Vicente Aranda y protagonizada por Simón Andreu y una jovencísima Maribel Martín -quien a sus 18 años ya llevaba más de diez de carrera- en el papel de la frágil novia del título. La película comienza con la pareja de recién casados –ella aún con su vestido de novia- llegando en un Triumph TR5 a un hotel de cuatro estrellas. Mientras él aparca –tarda tanto que parece que haya cambiado de pueblo para hacerlo- ella sube a la habitación y es agredida y violada por un tipo que estaba escodido en el armario. Pero cuando el marido llega a la habitación, ella está sentada al borde de la cama con su vestido intacto. Amiguitos, todo ha sido una alucinación, la materilización de los miedos de la joven ante la consumación del matrimonio. La siguiente escena ya nos muestra a la pareja llegando a una enorme mansión propiedad de la familia de él, en donde se crió de pequeño. Allí le presenta a su esposa Susan al servicio, destacando una adolescente llamada Carol que recibe a la nueva señora con una rosa. Con este inicio, ¿podéis perderos esta cinta de terror?

Pues no, claro que no. Si sois piltrafillas auténticos no haréis otra cosa que disfrutar de esta La novia ensangrentada sin hacer caso de detalles sin importancia como que Susan siga vistiendo de novia, no sólo al llegar al hotel sino al proseguir viaje hasta la mansión familiar, como si viajasen sin ropa de muda. Tampoco debe extrañaros que la joven que reside en el pazo –porque sin duda alguna la acción transcurre en Galicia- se llame Carol en lugar de Carmen o Martina. Total, que los días pasarán mientras Susan –que parece rehuir el contacto carnal que su esposo le solicita- decora la casa con flores, descubre cosas del turbio pasado familiar y sufre de alucinaciones al ver a una mujer en sueños que intentará que asesine a su marido. No quiero contaros más sobre una película palomitera que bien podrían haber firmado Jesús Franco o Jean Rollin –por los leves tintes vampíricos- y de la que sólo resaltaría la correcta factura y la presencia de la guapita Maribel. En cuanto a la aparición en escena del misterioso espíritu que atormenta a Susan, la materialización de la imagen onírica de Mircala en el mundo de los vivos..., bueno amiguitos, puedo asegurar que se sale de lo corriente y que aún ahora sigo intentando discernir si se trata de una genialidad del realizador o lo más friki e inverosímil que he visto en la vida. A pesar de este detalle sin importancia en el conjunto, recomendada sin duda.