Super 8

Mi siguiente cinta de la semana ha sido Super 8, que este viernes se ha estrenado en Barcelona y que vi con la familia –en uno de mis poco habituales desplazamientos a una sala comercial- en un cine de mi barrio. El argumento –que no destriparé en exceso para que los que decidáis disfrutarla no podáis acusarme de dar demasiados datos- cuenta la historia de unos niños de una población de Ohio que están rodando una película casera de zombies. Sin proponérselo, una noche son testigos de excepción de lo que al principio parece un accidente ferroviario pero rápidamente –con la llegada del ejército al lugar de los hechos- se convierte en un misterio de grandes proporciones. Cuando a partir de ese instante comienzan a producirse en el pueblo extraños sucesos, los niños por un lado y el ayudante del sheriff por otro intentarán averiguar la razón de lo que está ocurriendo.

Amiguitos, pese a estar dirigida –eso dicen- por J.J. Abrams, Super 8 parece talmente una típica película de Spielberg –aquí acreditado como simple productor, aunque me temo que de una manera u otra ha tenido más protagonismo en el resultado final que eso- de aquellas que buscaban hacerte pasar un buen rato, una cinta del todo recomendable, un divertimento palomitero ochentero para ver en familia que distrae –y mucho- cuando la ves, aunque –es cierto- después no deja poso alguno. Super 8 tiene de todo lo necesario para arrastrar a familias como la mía al cine, relaciones paternofiliales complicadas, amistad infantil a prueba de bombas, amores preadolescentes, humor, operaciones militares encubiertas, muchas explosiones y cierto regusto nostálgico. Claro que ya estamos en el siglo XXI y aquellos que esperen que la firma de Abrams –amante del cine de Spielberg sin duda- haya dado a luz una obra profunda y complicada se sentirán defraudados. Por el contrario, quien quiera pasar un rato ameno no se arrepentirá de verla. En cierto modo es un cine de usar y tirar –aunque la factura es de gran calidad y ya he dicho otras veces que en el fondo el cine nació para ello ¿no?- pero yo me lo he pasado pipa.