Así és amiguitos, las vacaciones de verano ya están al caer. Un año más, esa locura que supone decidir si uno se gasta lo poco que ha ahorrado en disfrutar de unas vacaciones -o se queda en casa por lo que pueda venir- está a la vuelta de la esquina. Sin embargo, si atendemos a las pesimistas previsiones que podemos leer y oír por aquí y por allá, no creo que me sienta demasiado culpable si dilapido mi paga extra –ahora que aún la tengo- pasando unos días con la familia alejado de la rutina. Total, un día de estos se nos va a acabar el dinero a todos –bueno, a todos no, los Slim y los Botín de turno no son de este mundo- y entonces nos arrepentiremos por no haberlo pasado mejor cuando podíamos.
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