Por último puedo hablaros al fin –hacía tiempo que le tenía ganas- de la alemana Wir sind die Nacht. El inicio es prometedor amiguitos: banda sonora de música de coro presentando a tres glamourosas vampiras volando en un avión sobre Berlín rodeadas de cadáveres. No me diréis que no resulta atractiva. Pero, ¿de qué va exactamente la película? La historia que nos cuenta es la de una delincuente de poca monta llamada Lena a la que muerde y contagia Louise, una lesbiana que manda sobre un trío de vampiras formado por ella misma y dos “jóvenes” más, la una –Charlotte- melancólica y depresiva y la otra –Nora- alocada y jovial. Tras el rechazo inicial lleno de miedo a su nueva condición, Lena no tarda en adaptarse a su nuevo estilo de vida de hoteles de lujo, alta costura y fabulosos automóviles –se desplazan en Porsche Panamera y Lamborghini- asistiendo a exclusivas fiestas en las que –como afirma Nora- comen, follan y se drogan lo que quieren sin engordar, quedarse preñadas ni convertirse en adictas, vamos ¡un chollo! Pero Lena no se acostumbra a la muerte de seres humanos y –enamorada de un policía que no tiene ni idea de donde se está metiendo- decide dejar el grupo. Evidentemente, esa decisión le va a traer muchos problemas.
En fin piltrafillas, que Wir sind die Nacht podría ser una historia que narrase como una joven latina de la que está enamorado el jefe de una banda de Los Angeles desea dejar atrás su vida de violencia o las penurias de una chica de clase media captada por el líder de una secta destructiva de la que quiere escapar. Súmese a ese argumento un entorno de vampiros -tan de moda últimamente- y tendremos la cinta de la que os hablo. O a lo mejor me equivoco y no es más que una historia de amores no correspondidos visualmente atractiva, un poco lenta en ocasiones y con largas escenas musicadas con estética de videoclip. También se me ocurre que Wir sind die Nacht podría calificarse como una especie de puesta al día de una setentera película de Jean Rollin, desprovista de erotismo carnal y caracterizada por un sufrimiento emocional un poco lánguido con tintes de feminismo y escasas pinceladas de hemoglobina –más sangre y desnudos cuerpos voluptuosos la hubiesen redondeado-, pero no me hagáis mucho caso. Ignoro si estamos ante una buena película o no, lo mío es pura subjetividad, pero la verdad es que –pese a su edulcorado final- me ha gustado, me ha distraído y me ha parecido interesante. Así pues, recomendada está.
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