Decían los Objetivo Birmania –vaya día poppy de mierda estoy teniendo hoy piltrafillas- que los amigos de mis amigas son mis amigos. Tal estupidez, además de caer por su propio peso, no es aplicable a otros aspectos de las relaciones humanas. Me explico. Mi hija va al colegio y tiene compañeros, compañeras, amigos y amigas, todos ellos con sus respectivos padres y madres, salvo los casos excepcionales en los que la muerte o el desamor haya mediado. Sin embargo, la máxima los padres de los amigos de mi hija son mis amigos es una completa falacia. ¿Por qué narices –por no decir cojones- se supone que debo estar contento de compartir una cena con estos?, ¿a que estáis de acuerdo conmigo en que no tengo nada en común –ni necesidad de ello- con los matrimonios con los que tendré que compartir mesa esta noche? Pues en esas estamos amiguitos, que sepaís que esta noche tengo el maravilloso plan de desplazarme al colegio de mi hija y compartir espacio y tiempo en una mesa dispuesta en el patio con los padres y madres de los niños y niñas que han compartido curso con mi hija, incluyendo a los de aquellos que se han metido con ella y por quienes siento un odio especial. Una cena de padres pues, casi nada. Indiferencia es la palabra piltrafillas, y desidia su pareja así que ya comprenderéis que tengo tantas ganas de que llegue la hora como de masticar bombillas. Además, mi mujer –que forma parte del equipo organizador del evento y que me ha amenazado con el divorcio cada vez que le he insinuado que quizás, y sólo quizás, esta noche podría sentirme indispuesto- me ha dicho que a no ser que alguien lleve cava, no me podré pillar un coma etílico porque el encargado de la bebida ha comprado coca-colas y cerveza sin alcohol. En resumen, que escribo estas líneas después de un par de cervezas y un whisky ligeramente entonado pero me temo que llegado el momento no habré conseguido enturbiar mi consciencia lo suficiente como para soportar dígnamente mi situación. Y eso es peligroso amiguitos, porque tanto me puede dar por hacer de esfinge e ignorar a los que me rodean como por meterme con todos ellos a base de comentarios sarcásticos. Total, a la mayoría no les voy a ver el pelo nunca más.
Es curioso (e imposible) que en este tipo de reuniones felices uno se pueda sentir a gusto con el 99'9 %. Pero nunca se sabe, igual conoces a un amante de Frank Zappa o una fánática de la polla de John Holmes, jejeje.
ResponderEliminarIntenta pasarlo lo mejor posible amigo!.
Muchas gracias por tus palabras de aliento. Intuyo cierta complicidad con conocimiento causa.
ResponderEliminarPero va a a ser que no.
De hecho ya estoy de regreso -huído, escapado- en casa mientras mi hija y mi mujer siguen allí. Ni las cervezas, las botellas de rosado de Navarra y el Penedés y la de vino blanco de Costers del Segre que me he trincado han conseguido que ahora, cuando ya comenzabaa sonar David Bisbal mezclado con Modern Talking, haya sido capaz de aguantar ni un minuto más allí. He cenado con los demás padres y he visto la actuación de mi hija. Ya he cumplido con creces. Ahora a dormir la mona.
Saludos.
Todavía es peor si la cena es con padres de futuros cracs del fútbol, se oye el silbido de los sables en el aire, todos hacen buenas caras y van indagando quien continuará el año que viene, mientras intentan sacar alguna pista al entrenador. Para rematarlo mi hijo se ha hecho daño en la rodilla, me va a resultar cara la cena.
ResponderEliminarSi a nadie le gustan estas cenas ¿por qué se hacen?
ResponderEliminarSerá que sólo nos quejamos unos pocos y el resto disfruta.
Valor.
Insista hombre, insista... igual alguno de esos padres es lector asiduo del blog y un piltrafilla de mil pares de cojones!!!!
ResponderEliminarSi, esto es una putada que hay que vivir, si deseamos seguir con la misma pareja elegida como cruz y escarnio de nuestros pecados.
ResponderEliminarYo pase de puntillas -cenas-.
Pero creo que si tengo valor, les contaré la gran putada que me ha reservado para este verano -mi jefa-, como todos los anteriores...
Valor dice?
Una nordenfelt preciso!
Gracias.