Taxi Driver

Bueno amiguitos, poneos en pie y guardad silencio mientras inicio mis reseñas cinematográficas de este fin de semana porque la primera cinta de la que os hablaré es una de las obras maestras de la historia del cine, ni más ni menos que Taxi Driver de Martin Scorsese, con un Robert De Niro en estado de gracia al frente de uno de los papeles que más ha marcado su carrera, el del taxista Travis –are you talking to me?- Bickle. A estas alturas no creo que exista un ser humano que no sepa de qué le estoy hablando y por supuesto un aprendiz de crítico sin formación alguna como yo no está facultado para hablar con el respeto debido de esta obra capital del séptimo arte, de sus intérpretes, de su realizador, de su preciosa fotografía nocturna, de su guión o de su banda sonora –todos ellos aspectos superlativos-, por lo que no os pienso contar nada más.

Sin embargo, dejadme que os diga que en mi opinión no debéis perder la oportunidad de revisar o disfrutar por primera vez –en el caso improbable de que nunca la hayáis visto- esta historia de un excombatiente con pocas luces que ha regresado de Vietnam y que mientras trabaja como taxista nocturno entrando en contacto con lo más sórdido de la noche –memorable el papel de Jodie Foster como prostituta adolescente a la que Travis intentará redimir- decide asesinar a un senador candidato a la presidencia del país al ser rechazado por una de las empleadas de su gabinete con la que está obsesionado. Lo dicho piltrafillas, todas las palabras sobran y mi recomendación es obvia. Imperdonable no haber visto Taxi Driver al menos una vez en la vida y haber quedado tocados por ese final tan turbador. Ah, y podéis jugar a ver en qué escena aparece el realizador Martin Scorsese disimuladamente –es decir, que no hablo del minuto 39-, imitando al maestro Hitchcock.