Momento Sarcasmo: Cuando esta mañana he visto en las noticias que efectivos de la Guardia Urbana y los Mossos d’Esquadra se habían presentado en la Plaça Catalunya junto a equipos de limpieza cuando muchos de los acampados aún dormían para –en teoría- adecentar un poco aquello con vistas a la concentración de culés que este sábado se va a dar allí, con la promesa de que tras pasar el mocho y la mopa podrían regresar los indignados a aparcar el culo en el frío suelo, me ha entrado la risa tonta y he pensado para mí: la han cagado. Por un lado me ha salido la vena sarcástica y he dicho, eso, eso, que barran a las chinches de la plaza y echen a todos esos piojosos de una vez, que se vayan a estudiar o a hacer algo de provecho. Luego me ha entrado un cabreo bastante poco sarcástico y bastante sincero al recapacitar sobre la razón aducida por la autoridad para iniciar la operación de desalojo. No soy imbécil amiguitos y -como todo el mundo con dos dedos de frente- ya me he dado cuenta de que la excusa de la salubridad y la seguridad ante mañana por la noche era una mentira burda y patillera, pero dice mucho –y malo- de un país que ni campañas políticas, ni jornadas de reflexión, ni elecciones, ni la pobre imagen dada al turismo –no olvidemos que, aunque no nos guste, es la fuente más importante de beneficios para nuestra ciudad- han servido para dar la orden de desalojar a los indignados, no, ha tenido que ser supuestamente el señor Rosell que se cree que mañana sábado va a tener algo que celebrar –aquí no aplico sarcasmo, sino la vena perica- y necesita que le limpien la salita. En fin piltrafillas, que a mediodía me he enterado de que la operación de limpieza había acabado como el rosario de la aurora, con los indignados aún más indignados –cuando no sangrando- y con la Diagonal cortada, algo que me ha provocado la indiferencia más absoluta.
© Josep Lago
© Massimiliano Minocri
Momento Indignación: Ah amiguitos, pero en esas que al llegar a casa por la tarde me he encontrado en el foro por cortesía de nexus6 con diversas filmaciones de lo ocurrido y entonces –aunque he aplicado el sarcasmo con él, más que nada porque es un culé fanático y me gusta provocarle- es cuando me he convertido en un indignado que ríete tú de los troskos anarkos okupas nostalgikos que me encontré el domingo pasado en la Plaça Catalunya. Comparta o no las ideas de los acampados o su manera de llevar a cabo sus reivindicaciones, lo cierto es que la actuación de esos hijos de puta uniformados –sí señor, hi-jos-de-pu-ta con todas las sílabas- ha sido salvaje, desmesurada y violenta. En ningún momento ha mediado provocación alguna y la manera de barrer –literalmente- a jóvenes y no tan jóvenes ha sido en mi opinión de una fuerza extrema tal que hasta a mi me repugna. Brutalidad policial en toda regla a cargo de un cuerpo –los Mossos- que sobre el papel resulta que tienen una sensibilidad especial para con nuestra sociedad, algo así como que son de los nuestros, y que han demostrado hoy ser más garrulos que -los muy jóvenes quizás no sepáis de quienes hablo- los grises. Mujeres llorando, hombres llorando, jóvenes llorando, gente sangrando y policías con traje de combate urbano repartiendo porrazos a discreción. No soy antisistema, no soy antiautoridad, soy de los que opinan que cuando la turba destroza el mobiliario urbano o tira piedras a los antidisturbios es lícito sacarles un ojo de un pelotazo de goma... pero es que esta gente, aunque estos días atrás haya dicho de ellos que en lugar de historia hacían el ridículo al creer que su acampada serviría para algo, no se merecía esta represión. Pueden sentirse orgullosos estos perros. No se puede generalizar, pero es para darles collejas hasta en el carnet de identidad. Apalear al pueblo, sí señores, la mejor manera de lavar la imagen de una policía autonómica en la que sus palizas a detenidos o la aceptación de regalos por parte de narcotraficantes y chulos eclipsan sus exitos contra el crimen, que también los hay. El responsable de comunicación y relaciones públicas debe estar cortándose las venas. Total, que hoy han hecho de mi y de más conciudadanos –me consta- un Indignado radical. Qué atropello, qué vergüenza.
La policía, el ejército o quien tenga la autoridad de un país tienen la obligación de NO atacar la población, cuando esta ejerce un derecho pacíficamente.
ResponderEliminarY a pesar de sus patilleros análisis sociológicos anteriores, allí hay toda clase de gente e ideologias.
Totalmente de acuerdo con su primera aseveración y parcialmente con la segunda.
ResponderEliminarQue eran análisis patilleros y tendenciosos lo admito, nacieron con vocación de ello, pero el abanico de gentes caballero no es tan amplio, y usted lo sabe.
Mire, ya he tenido algunas discusiones acaloradas con mi señora pero la verdad es que a mi tampoco me gusta el sistema en el que estamos. Sin embargo no veo que se esté haciendo nada que tenga visos de conseguir cambios. Digamos que el monstruo es demasiado fuerte y frande y ni unas cuantas asambleas medio anárquicas ni golpear cacerolas en los balcones sirven absolutamente de nada.
¿Quieren cambios?, hagan una revolución de verdad, de las que tristemente cuestan vidas -la historia está llena de ejemplos que demuestran que son las únicas que sirven de algo-, pero para hacer el friki, quédense en casa. ¿O es que creen que a los señores Botín, Fainé o Slim les importa una mierda los indignados de Puerta del Sol?
Seamos serios, no es la primera vez que lo digo. Nuestros antepasados, cuando decían que no tenían nada, es que no tenían nada. Hoy en día, aún habiendo casi 5 millones de parados, la mayoría de la población de los que decimos que no llegamos a fin de mes tenemos coche -lo estamos pagado-, casa -hipotecada-, tele de plasma, adsl, no perdonamos las vacaciones aunque sea agolpe de VISA... es decir, que por mucho que nos quejemos, aún podríamos estar peor. Por eso no cogemos a nuestros dirigentes de los cojones y les arrancamos la piel en la plaza pública. Así que dejémonos de chorradas.
Mucho indignado, mucha mandanga... y ya veremos mañana -si es que el Barça gana la Champions- lo indignados que estamos los catalanes.
Llámeme demagogo si lo desea.
Pues mire, y por una vez le seré sincero, estoy casi de acuerdo con usted. Pero mejor esto, que no hacer nada, o simplemente desautorizarlo desde su sofá. ¿Que quiere una revolución con sangre? No lo creo.
ResponderEliminarUn ejemplo patético: como pequeño empresario pelacañas, le diré que me ha costado, y me está costando muy caro en este sistema, mantener una empresa que no contempla distancia salarial y de responsabilidades entre nadie. Inútil, seguro. Pero hay que probar, hay cosas por hacer, o sólo vamos a opinar? Demasiado fácil.
Por supuesto que no quiero una revolución cruenta, pero -qué quiere- prefiero opinar desde el sofá a darme cabezazos contra el sistema.
ResponderEliminar“Todo individuo reta a la fuerza de la gravedad gracias a su esqueleto, músculos, tendones… envueltos en piel… conformando un ente, así, ningún movimiento popular, ciudadano… transformará nada si no le sustenta una filosofía que le haga saber ir de un lugar a otro mediante la generación de nuevas ideas a acometer, de lo contrario, el fracaso esta servido, salvo románticos... “
ResponderEliminarMaxwell wt Clack
Nada resta por añadir, pues.
ResponderEliminar